— Te amo princesa... —dije sin vacilar para luego unir nuestros labios en un beso lleno de amor y complicidad.

El beso fue un reflejo de nuestros sentimientos más profundos, una promesa de amor eterno que sellaba nuestro vínculo con dulzura y pasión. Sus labios eran mi refugio, mi hogar, y en su contacto encontraba la paz y la plenitud que siempre había buscado. En ese momento, supe con certeza que no importaba qué desafíos enfrentáramos en el futuro, mientras estuviéramos juntos, todo sería posible.

En el suave roce de sus labios, encontré la melodía de la felicidad, una sinfonía de emociones que danzaban en perfecta armonía. Cada caricia era un susurro del amor que compartíamos, un eco de nuestro vínculo único y eterno.

Sus manos exploraban con determinación cada rincón de mi ser, trazando senderos de fuego sobre mi piel que me hacían estremecer de placer. Sentí el calor de su cuerpo fundiéndose con el mío, creando una conexión íntima y profunda que nos envolvía en un abrazo ardiente y apasionado.

Y así, en ese momento mágico y eterno, nos entregamos por completo el uno al otro, fundiendo nuestros corazones en un solo latido, nuestra alma en un solo suspiro, y nuestras vidas en un destino compartido de amor y felicidad infinita.

En el éxtasis de nuestro amor, nos sumergimos en un océano de pasión, donde cada ola era un susurro de deseo y cada caricia un eco de nuestra conexión divina. Nuestros cuerpos se entrelazaron en una danza celestial, moviéndose al ritmo de nuestros latidos sincronizados, mientras nos perdíamos en el abismo de nuestra unión.

Cada suspiro era una melodía de éxtasis, cada gemido un eco de placer, mientras nos entregábamos por completo el uno al otro, sin reservas ni inhibiciones. Nuestros corazones latían al unísono, marcando el compás de nuestro amor eterno, mientras nos sumergíamos en la eternidad de nuestro amor compartido.

En ese momento de éxtasis y deleite, éramos uno solo, fusionados en un torrente de emociones que nos llevaba más allá de las fronteras del tiempo y el espacio. Éramos dos almas perdidas en el torbellino del amor, encontrándonos y perdiéndonos una y otra vez en el éxtasis de nuestra pasión desbordante.

En ese momento, sus labios eran la melodía que acariciaba mi alma, sus manos eran el bálsamo que sanaba mis heridas más profundas, y su presencia era el faro que iluminaba mi camino en la oscuridad.

Nos entregamos el uno al otro con una pasión desbordante, como si cada instante fuera el último que tendríamos juntos. Sus manos exploraban cada rincón de mi cuerpo con ternura y devoción, mientras mis labios buscaban los suyos con ansias insaciables. Éramos dos almas fusionadas en un abrazo eterno, fundiéndonos en una danza de amor y deseo que nos llevaba a las profundidades más íntimas de nuestro ser.

Y así, en la comunión de nuestros cuerpos y almas, encontramos la plenitud que tanto anhelábamos. Éramos dos mitades destinadas a estar juntas, dos almas gemelas que se encontraron en medio del caos del mundo para formar un amor eterno. En ese instante, supe que nunca más estaría solo, porque su amor era mi refugio, mi salvación, mi todo. Y en sus brazos encontré el hogar que siempre había buscado, el lugar donde pertenecía, el santuario de mi corazón.

Sus labios eran fuego sobre los míos, inflamando mi corazón con una pasión ardiente que amenazaba con consumirnos a ambos. Mis manos se aferraban a su piel con una urgencia desesperada, como si temiera perderme en el abismo de su amor infinito.

A esta chica le había entregado todo, mi corazón y mi alma, pero estoy seguro de que nunca me arrepentiría de hacerlo.

(•••)

Moví mi brazo en busca de la persona que se suponía que estaba durmiendo conmigo, quería abrazarla, pero al abrir mis ojos, ella no estaba. Sentí un vacío en el espacio donde esperaba encontrarla, mi corazón se estremeció con una leve sensación de desorientación. ¿Dónde estaba ella? Mis ojos se abrieron lentamente, ajustándose a la penumbra de la habitación. La oscuridad reveló su ausencia, y un atisbo de preocupación se apoderó de mí.

𝗧𝗛𝗘 𝗕𝗘𝗔𝗖𝗛 ━━━ Felipe OtañoWhere stories live. Discover now