Me estremecí ligeramente ante su contacto y sus palabras, sintiendo el calor que irradiaba su cuerpo. Era reconfortante, familiar y, sobre todo, seguro.

—¿Me estuviste viendo mientras dormía? —pregunte con una risa suave, acurrucándome un poco más contra él.

Max rio suavemente antes de responder.

—Solo un poco. —inclinó la cabeza para dejarme un beso en la frente antes de añadir. —Te moviste sobresaltada un par de veces, solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

Una oleada de calidez inundó mi pecho ante sus palabras, haciéndome sentir querida y valorada. Cada gesto suyo, cada palabra, era como una caricia para mi alma.

Me incliné hacia él, dejando un beso rápido en sus labios antes de volver a mi posición anterior.

—Gracias por cuidar de mí incluso cuando duermo. —dije con una sonrisa, sintiéndome verdaderamente agradecida por tenerlo a mi lado.

Me rodeó con sus brazos, atrayéndome más cerca mientras me miraba con ternura.

—Es un trabajo de tiempo completo, pero alguien tiene que hacerlo. —bromeó, con una risa juguetona.

La familiar sensación de amor y felicidad llenó mi pecho mientras lo miraba.

Había algo especial en esos momentos íntimos entre nosotros, algo que me hacía sentir completa.

—¿Qué planes tienes para hoy?

Sonreí ante su pregunta, emocionada por lo que el día nos deparaba.

—Camille nos invitó a pasar el rato con ella y su novio a la playa, luego encender una fogata y tal vez hacer algunos malvaviscos, ¿Qué te parece?

Los ojos de Max brillaron con entusiasmo ante la idea.

—Suena como un plan perfecto para mí. —respondió con una sonrisa radiante. —Pero primero, creo que ambos deberíamos darnos una ducha antes de continuar con el día.

Asentí con la cabeza, de acuerdo con su sugerencia.

—Sí, suena bien.

Con un último beso, nos separamos y nos preparamos para levantarnos y empezar el día.

Nos pusimos de pie, estirando los músculos adormecidos por la noche, y con un último vistazo al hermoso paisaje que nos rodeaba, nos despedimos del campamento improvisado, el cachorro pareció entristecerse cuando nos vio juntar todo.

Nos despedimos temporalmente y cada uno se dirigió a su destino. Max tomó el camino de regreso al hotel donde se estaba alojando, mientras que yo y Kai nos encaminamos hacia casa.

Así solía ser nuestra rutina estos últimos días.

Al llegar, me di una ducha rápida y me vestí con ropa fresca para el día, y el bikini debajo para la playa. Mientras me cepillaba el cabello, en lo único que podía pensar era en Max, y en cómo poco a poco estaba cambiando mi vida, y no podía parar de sonreír ante eso.

Después de un rato, salí de casa y me dirigí al punto de encuentro acordado.

Y allí estaba él, lucía una apariencia relajada y veraniega, perfecta para un día como hoy.

La camisa blanca de lino suelta, que ondeaba suavemente con la brisa marina, le daba un aspecto fresco y casual, que contrastaba con el bronceado dorado que había ganado con el pasar de los días, resaltando aún más sus ojos celestes, que parecían brillar con la misma intensidad que el cielo despejado sobre nosotros. Su cabello, más rubio que nunca bajo el sol, caía despeinado sobre su frente.

Emails I can't send | Max VerstappenWhere stories live. Discover now