SANGRE Y MAGIA

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Bajó de su escoba de un salto, el sonido de sus pies resonó en el suelo húmedo y viscoso. El rostro de Morgana, rígido y eternamente joven, era incapaz de arrugarse con una expresión de desagrado, pero la intensidad de su mirada flamante reveló su ira. Apretó con fuerza el mango de la escoba y le susurró el encantamiento, las palabras le salieron ásperas, filosas como una amenaza, ensombreciendo momentáneamente su belleza inmortal.

Morgana vio cómo la escoba se elevaba hacia el cielo, ganando rápidamente altura, zigzagueaba con temor entre las nubes ennegrecidas por la tormenta.

Volverá —pensó— se había asegurado de no dejarle otra opción. Pero lo que más odiaba, con cada latido de su gélido y maldito corazón, era que ahora ya no podía someterla como su esclava. Durante milenios, las escobas habían sido leales accesorios dóciles. Sin embargo, el reino mágico las había liberado del hechizo, permitiéndoles vagar por los cielos y sentir de nuevo. "¿Pero qué clase de atrocidad es esta? ¿Qué pensarían nuestras brujas fundadoras al ver en lo que ha degenerado su legado? ¡Ahora, las escobas tienen sentimientos y los magos se divierten jugando a ser éticos, imitando a los humanos ¡".

Morgana sintió la electrizante energía maligna cosquillear en la punta de sus dedos, una llamada ardiente que clamaba por su dominio. En este sombrío rincón del mundo humano, podía percibir el penetrante aroma de la sangre, el sudor rancio y el hedor de la carne y la mortalidad. Usualmente no se veía en la necesidad de viajar hasta aquí, pero cada vez que lo hacía, encontraba el lugar repulsivo. Aun así, no había límite para lo que haría en nombre de Belladonna, la más fuerte de las siete fundadoras. Cuando ella reclame su lugar, finalmente todo volverá a ser como en el origen. Es la única capaz de imponer su voluntad y de devolver el poder a las sombras.

Salió del bosque, dejando tras de sí un rastro de lodo que manchaba el asfalto. A poca distancia, se alzaba una casa de tablones raídos y pintura cuarteada. La endeble estructura se inclinaba ligeramente hacia la izquierda, como si estuviera a punto de ceder ante la próxima ráfaga de viento. En lugar de una puerta sólida, una tela roja ondeaba suavemente, ofreciendo una entrada que apenas protegía la intimidad.

—Rowena, si no puedes adivinar qué estoy haciendo aquí con solo verme —anunció entrando al interior con insolencia— entonces estás profanando a las brujas de la adivinación. El reino mágico sentencia que es un delito que se paga con tu vida.

La mujer al otro lado de la mesa no reaccionó. Tenía un sombrero grande y puntiagudo, las solapas hacían una sombra que cubría la mitad de su rostro, dejando visible únicamente su boca, de labios finos color carmín.

Rowena, que había escuchado atentamente la amenaza, comprendió no solo el motivo de la visita, sino también la verdadera naturaleza de Morgana. No era la autoridad lo que la guiaba, en su porte erguido bullía un deseo de destrucción. Era evidente que solo estaba buscando provocar una excusa para desatarlo.

—Para ser una bruja que considera inferior el arte de la adivinación, te veo muy comprometida en defenderlo —ironizó Rowena—. Es aún más sorprendente que hayas viajado de tan lejos solo para echarle un vistazo a tu destino.

Morgana rió con amargura.

—¡Acaso no ves en uno de tus futuros probables que te rebanaré el cuello de un tajo! —espetó— Aun así, te arriesgas a ser impertinente. No subestimes mi voluntad de hacer realidad esa visión.

Rowena no dijo nada. Con un movimiento rápido de su mano, hizo aparecer la esfera de cristal. Al caer, el objeto provocó un estrépito que hizo vibrar las patas de la mesa y crujir la madera astillada.

—Que los secretos de lo que aún no yace escrito en vida, se revelen a tu voluntad antes de que su momento llegue—recitó Rowena.

Incluso sin fijar sus ojos en la esfera, Morgana pudo vislumbrar cómo sus manos, finalmente, desataban las cadenas de Belladonna y liberaban su poder interior, uno vivo, tenaz y hambriento de venganza. Pero ese espejismo fue interrumpido abruptamente por un movimiento fugaz que cruzó su campo de visión, distorsionándolo como las ondulaciones provocadas por la caída de una gota en un estanque sereno.

—¿Qué sucedió? — susurró Morgana, desconcertada— ¡¿Qué fue lo que pasó?! —Su voz, ahora convertida en un alarido, estremeció las paredes.

—¿Te estaba gustando lo que veías? —preguntó Rowena con calma, una sonrisa curvaba sus labios—. Es una lástima que, a veces, el destino tome caminos inesperados.

Morgana enloqueció. Se abalanzó con rapidez, su paciencia había llegado a su límite. De repente, llamas azules estallaron de sus manos y...

Un suspiro escapó de sus labios cuando una daga de marfil, lanzada con precisión desde la mano de Rowena, atravesó su pecho en un movimiento ágil y certero.

Rowena se aproximó al cuerpo y se arrodilló. El veneno ya había comenzado a ennegrecer las venas de su cuello, un hilo de sangre escapó de sus labios y sus ojos, antes ardientes en rojo, ahora lucían grises como las cenizas de una hoguera tras la furia del fuego.

—No podrás evitar que Belladonna despierte —dijo con voz entrecortada, luchando por formar las palabras entre gemidos de dolor.

—Querida, ni tu destino era despertar a Belladonna, ni el mío es evitar que reclame el trono—respondió suavemente mientras acariciaba su abdomen con delicadeza. —Tú solo has sido una herramienta para probar mi más reciente creación, pero la bruja que crece en mi interior será quien impida el regreso de las tinieblas. —Rowena rió brevemente. —Además, una aliada en las alturas me ha dicho que fuiste una pesajera insufrible, así que le he evitado más molestias, después de todo, te trajo hasta mí.

Morgana estaba acostumbrada al poder que la oscuridad le confería, pero ahora sentía un miedo paralizante al darse cuenta de que en esta negrura que llenaba su mente, ya no podía sentir nada.




Sangre y Magia [CUENTO] ✓Where stories live. Discover now