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—Bienvenidos a la isla Les Nebis, hogar de la leyenda de los Fuegos Fatuos. Según la leyenda los Fuegos Fatuos son seres especiales. Algunos dicen que son hijos que las sirenas tuvieron con piratas que encallaron en la isla y escondieron sus tesoros aquí, como recompensa porque las sirenas les salvaron la vida. Otros dicen que llegaron de una isla lejana llamada Dokkebi, y los más supersticiosos aseguran que los Fuegos Fatuos descienden del mismo infierno, y que son los hijos del Gran Demonio Dangun. Se asegura que tienen poderes extraordinarios, que manejan el fuego,que provocan visiones, que se divierten enamorando y rompiendo corazones pero sus poderes sólo funcionan si son invitados por sus víctimas. Sino sólo son simples volutas de luz que brillan escasos segundos en la niebla matinal...
 

El joven Gulf sintió que una electricidad inexplicable le recorría todo el cuerpo mientras la guía le relataba las leyendas de la isla Jeju como parte de la habitual bienvenida. La madre del joven ya se había instalado en la barra del bar del lobby del lujoso hotel y disfrutaba de su infaltable Martini en las rocas. Su padre por otro lado no se había despegado de su celular desde que habían bajado de la avioneta privada. Gulf se inclinó levemente ante la guía y le agradeció. Caminó cabizbajo hacia su habitación y no habló con nadie el resto de la tarde. Tampoco quiso bajar a cenar. Aunque era consciente que después del desayuno no había probado bocado. Y se acostó, apenas comenzó a oscurecer, sin siquiera tomarse el trabajo de desvestirse sintiendo como esa extraña electricidad aún le hormigueaba por todo el cuerpo.

—Fuegos Fatuos...— pronunció.

¿Cuántas veces había soñado con esa isla y con esa leyenda? ¿Cuántos libros había leído sobre esos extraños seres hechos de fuego y neblina? ¿Cuántas veces se habían burlado de él por creer en fantasías?

Sonrió pensando en que después de mucho desearlo iba a tener un día completo para recorrer aquel mítico lugar y buscar pistas sobre esos extraños y apasionantes seres...

Fuegos Fatuos...—pronunció Gulf suavemente justo antes de quedarse profundamente dormido, mientras una niebla blanca y densa se adhería a su ventana y acariciaba el vidrio de una forma humanamente extraña, como si lo estuviera acariciando a él.

Fuegos FatuosWhere stories live. Discover now