Dance of the Fairies; Faelily/Elderlily

Dance of the Fairies

Para ser sinceros, a White lily nunca le habían gustado las fiestas.

Desde sus días en la academia encontraba las grandes reuniones sobrestimulantes para ella. No le encontraba tanto sentido el conversar con desconocidos a través de gritos que eran eclipsados por el estridente sonido de la música. Tampoco le encontraba el sentido a beber y beber hasta que todo a su alrededor se volvía borroso e inentendible. Hollyberry y Golden Cheese trataban de hacerle ver que aquellas celebraciones eran para mostrarle a todo el mundo el orgullo que tenían por compartir una ocasión especial. Usar sus mejores ropas, beber los mejores vinos junto con los más deliciosos platos era su manera de demostrar que habían obtenido un gran logro o una victoria, o algo tan simple como cumplir un año más de vida. Entendía el porqué sus amigas les encantaba este tipo de celebraciones, e incluso reconocía que era una forma apropiada de celebrar algo, mas nunca pudo tomarle el gusto completamente. Pero, si había algo que a White lily le disgustara de las mismas fiestas, era el bailar.

Bailar no tenía nada de malo, ¿Cómo podría tenerlo? Esta no era más que otra bella forma de expresión típica del cuerpo, un arte en sí mismo, que con sus brincos y vueltas y zapateos y movimientos podía infundir dentro de uno los más profundos sentimientos y sensaciones. Podía contar una historia a través del simple movimiento coordinado de los bailarines, o emitir un mensaje que haría lagrimear los ojos del espectador. Pero para la desgracia de White Lily, las brujas no la habían dotado de tan exquisita habilidad. Sus piernas, casi tan delgadas que no parecían ser fuertes por sí mismas, no eran capaces de conjurar los más complicados movimientos sin que un calambre se apoderara de ellas o de que pisará a su pareja de baile. Varias veces en sus años como estudiante intentó tomar cursos que la hicieran mucho más diestra en este arte (Más a petición de Pure Vanilla que a decisión propia, pues en esas épocas se encontraba enfocada en su investigación y calificaciones que en la posterior inconveniencia del no saber bailar).

Sin embargo, a cada vals, a cada pieza musical que intentaba seguir, sus pies se negaban a ser lo suficientemente rápidos como para seguir adecuadamente el ritmo, o se encontraba muy inmersa en el desastre de pensamientos que era su mente como para darse cuenta de que en este momento debía de dar una vuelta o cambiar de posición. Fueron incontables las ocasiones en las que le había propinado un fuerte pisotón a los pies de su acompañante, a lo que ella se apresuraba a pedir perdón con gran nerviosismo por aquella equivocación. A pesar de que lo intentó una y otra y otra vez, realmente nunca pudo germinar dentro de ella aquella habilidad. Le resultaba más fácil conjurar hechizos, abrir portales, y devorar libros enteros en un par de días, que seguir el suave ritmo de una canción con sus pies. Poco a poco abandonó las esperanzas de ser una maestra del baile, solo para enfocarse en sus estudios con relación al perfeccionamiento de la masa. Por supuesto, esto no evitó que sintiera el suave aguijoneó del remordimiento por no poner suficiente empeño en dicha actividad, cuando frente a sus ojos veía a sus amigos bailando con alegría. Deseaba unirse a la diversión en los bailes de Hollyberry cuando ella y Pure Vanilla bailaban una Volta, y juntos disfrutaban de la adrenalina del saltar al mismo tiempo que el ritmo de la música indicaba. Pero para este punto, ya era demasiado tarde, y los nervios la atacaban cuando debía hacer un movimiento de baile más allá del suave un-dos-tres- un-dos-tres de un simple vals. Claro, esto no pareció importarle en la menor medida a todo el reino de las hadas, cuando en contra de sus mejores deseos, decidieron hacer una fiesta en su honor... Una fiesta que, hasta este momento, llevaba ya una semana de comenzar, y no parecía mucho más cerca de acabarse.