EL REINO DE LOS MIL NOMBRES

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Cuentan las luces del alba 

que alguna vez existió otra realidad,

muy lejos de nuestro hoy. 

Un nuevo mundo nació entre las lágrimas  y el dolor

para aliviar y calmar el sufrimiento de las almas del nuestro, 

sería un distorsionado y bello reflejo del nuestro, 

más justo, sabio y lleno de magia,

 pero no menos cruel que el que habitamos.

Fluyeron los ríos, océanos y mares;

la tierra y las semillas dormidas en ellas brotaron

 y consigo la vida de un planeta y sus hijos empezó a existir.

Susurran las estrellas de nuestro ancestros

 que veinticuatro eran los primogénitos de aquella tierra,

cada uno dotado de un don único.

De sus uniones y descendencia surgieron doce clanes

que convivieron en paz y armonía durante siglos,

aunque separados por sus habilidades y dones.

Con el paso del tiempo, 

el liderazgo de muchos se vio corrompido,

causando una pésima convivencia entre ellos.

Como solución, se repartirían el territorio entre los doce, 

estableciendo fronteras y grandes espacios entre ellos y,

 como castigo del tiempo por su enemistad,

todos los clanes se olvidarían entre ellos. 

Los tronos serían arrebatados y

los reinos sumidos en la más grande miseria.

Llegarían los herederos de los doce a reclamar lo suyo, 

nuevas alianzas surgirán y la tierra revivirá, 

pero ellos sufrirán tanto como la naturaleza del mundo

y pagarán por lo que sus antecesores causaron.

....

El primero surgirá de entre el caos y amargura 

para volver a brindarle el honor perdido a los suyos.

No conocerá ni amor ni amistad ninguna, 

será acusado, aislado y negado por su sangre,

pero siempre volverá a reclamar lo suyo.

¡Temblad enemigos del heredero!

Porque cuando despierte su alma inerte

muchos caminarán por el blanco sendero,

temiendo el día que se reencuentren con este.