Prólogo

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—¡Cassie, vamos media hora tarde!

—¡Nadie llega tarde a una fiesta universitaria, Jade!

Suspiró exageradamente, mientras me pasó una mano por el cabello.

Miro por última vez la puerta del cuarto de baño para después empezar a caminar hacia la sala del apartamento.

En el sofá me consigo con un castaño medio dormido.

—Juro que si no sale de ahí en menos de veinte minutos, no voy —informo mientras señalo el pasillo del cual acabo de salir

Dylan suelta una ligera risa.

—Cassie, si no sales de allí en diez minutos te irás en un taxi —vocifera.

Y cómo si de un hechizo se tratara, Cassie sale del baño.

Sonrio de medio lado cuando escucho el sonido de sus tacones resonar contra el pulido piso.

La morena aparece en nuestro campo de visión, trae puesto un vestido negro con brillitos que se le adhiere muy bien al cuerpo.

Se acerca hacia Dylan con una sonrisa.

La cual dura unos segundo porque ya tienen sus bocas succionando el alma de ambos.

Dylan rueda los ojos cuando empiezo a fingir arcadas.

—¿Lista? —inquiero a Cassie.

Literalmente llevaba más de una hora viéndose en el espejo del baño.

Ella asiente con una gran sonrisa en su rostro.

Conozco a Cassie desde  que estoy en el vientre de mi madre,  crecimos juntas, y, ahora vivimos juntas.

Se hace el cabello ruloso hacia atrás cuando se despega de Dylan por completo.

Camina en mi dirección y ya cuando está cerca entrelaza uno de sus brazos con el mío.

—¿Vamos? —pregunta Dylan señalando la puerta, Cassie asiente, eufórica y me arrastra hasta la salida.

Nunca me han gustado las fiestas y menos las universitarias. Voy a esta solo por Cass, utilizo la típica frase "me debes un favor" y sus ojitos de cachorro.

Que conste que dije que sí porque de igual manera ella me arrastraría hasta allí.

Entramos al elevador y cuando las puertas se cierran veo mi reflejo en ellas; llevo puesto una falda y una top, ambos de cuero y color negro. Le hace juego a mi piel pálida y tenis negros.

—¿Iremos en el auto de quién? —inquiere Dylan.

—En el tuyo —habla de inmediato, Cassie—. No vengo en esta loca amante de la adrenalina.

Me señala con un dedo acusador.

Ruedo los ojos, divertida.

—Y yo no confío en dos personas que van a desaparecer tres minutos después de entrar a la fiesta —contraataco.

Cassie abre la boca indignada.

—Ya, entonces, ¿nos vamos en cual auto? —interviene Dylan.

No respondo, se perfectamente que iremos en el auto. Cassie juro que nunca más volvería a montarse a un auto conmigo.

El camino hacia la fiesta no es largo, con los cotillas de Dylan y Cassie ya tenia entretenimiento.

Son pareja, pero aveces parecen comadres de cotilleo.

Se conocen desde que empezamos la secundaria. En ese entonces solíamos ser un grupo de cuatro.

Por las carreras universitarias se separó uno de los individuos.

Solo quedamos Cassie, Dylan y yo.

Ya desde hace dos años y medio no vemos a Nathan.

El sonido del motor del auto apagándose me saca de mis pensamientos.

La fiesta es en la casa de un compañero. Normalmente se vienen haciendo fiestas en este lugar desde que el chico se volvió uno de los populares y también parte del equipo de básquet.

Me dan hasta ganas de rodar los ojos.

Bajamos del auto y lo primero que llega a mis tímpanos es el bajo de la fuerte música que sale de la gran casa.

Hay personas besándose —casi que follando —en el estacionamiento.

Cassie entrelaza su mano libre con la mía y Dylan me da una mirada divertida.

—Pareces nuestra hija adoptiva —ríe.

—Si es así, páguenme la universidad —sonrio.

—Tú tienes suficiente dinero para pagar tu carrera, la de Dylan y la mía —interrumpe Cassie, mientras que cruzamos uno de los tantísimos pasillos.

Dylan asiente, dándole la razón.

Después de unos minutos cruzando pasillos y puertas, llegamos a donde realmente está la fiesta.

Mi corazón retumba en mi pecho al ritmo del bajo y las luces de colores hace que la cabeza me dé vueltas.

Hay personas bailando el la "pista" y personas besándose en los sofás y muebles.

La barra está entre toda la gente que baila.

Llegar ahí será difícil.

Tiro de Cassie la cual tira de Dylan. Los guió entre las personas para poder llegar a unos de los sofás libres.

Me siento en uno yo sola con los pies colgando del reposabrazos.

—¿Qué quieren de tomar? —pregunta Dylan cuando ve que Cassie se sienta en otro sofá y que yo no tengo muchas ganas de discutir con alguien que no conozco en la pista.

—Un ron con Coca-Cola está bien —le señalo.

—Con que tenga alcohol me basta y sobra —habla Cassie.

—Bien —asiente y se va.

Desde ese momento no recuerdo nada.

Solo tengo recuerdos borrosos.

Un mensaje.

Cole.

Besos.

Caricias.

Toqueteos.

Gritos.

Golpes...

Y su risa.

Nathan.

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