Hasta que Ruslana lo volvió a llevar a la superficie.

- Sabemos que no estás bien. Y no quiero que te sientas desprotegido o incómodo conmigo, porque no es lo que busco. Pero me preocupas.

Martin intentó mantener una expresión blanca, una que no dejase ver nada, pero en el interior esas pequeñas frases le removieron profundamente. ¿Por qué? Porque alguien se preocupaba por él.

Y el no quería causar algo tan feo como preocupación en otra persona. Alguien como él no era razón suficiente para causar preocupación en otra persona.

- ¿Sabes que te haría bien a ti? Volver a salir de fiesta. La otra vez te hizo muy bien, ¿Verdad? Te va a ayudar a despejar la mente. Yo propongo que salgamos mañana mismo.

Y en otras circunstancias él no aceptaría por nada en el mundo. Porque salir de fiesta significaba apilar horas en el trabajo, una resaca horrible y un sentimiento de culpabilidad que por nada del mundo lo dejaba descansar.

Pero ese jueves era diferente, porque había hecho a una persona sentir preocupación. Y Martin sentía que le debía algo a la pelirroja.

¿Qué de enfermo tenía que estar una persona para llegar a esa conclusión?

- Está bien.

*

El viernes, según entro en la discoteca se arrepintió de la decisión que tomo.

Había algo en el ambiente, el ritmo de baile que la gente llevaba y toda la gente aglomerada y eufórica por conseguir su bebida que no le terminaba de relajar.

Puede que fuese el recuerdo del resultado de la última noche en esa discoteca.

Martin intentó convencer a Ruslana de probar en otro antro diferente a el habitual al que solía ir el grupo. Pero cuando Martin le explicó la razón por la que se negaba a pisar la discoteca, Ruslana le quitó importancia diciendo que sería muchísima coincidencia que el chico fuese a la discoteca la misma noche que él iba.

Y Martin tenía un agotamiento mental que no cesaba, por lo que no siguió esforzándose por convencerla. Aunque supiese que en realidad las probabilidades de que el chico estuviese fuesen altas.

Igualmente, fue grande la sorpresa que se llevó cuando vio que Lucas charlaba alegremente con el chico, Juanjo.

Su instinto le exigió que escapase y sus piernas le dirigieron al baño. El plan era bueno y había tenido éxito si obviamos el hecho de que estaban a un mínimo metro de distancia del grupo, y que lo más probable era que le hubiesen visto irse.

Pero Martin necesitaba respirar, porque no le prepararon para esto.

Porque Martin no tenía ningún problema en verlo, en compartir el reservado incluso. Y sabría llevarlo tranquilamente, pero necesitaba convencerse de ello.

Entender al pobre Martin, ese hombre era intimidante. Intimidantemente sexi.

Y Martin no solía actuar de la forma en la que lo hizo esa noche. No tenía esas libertades con desconocidos, ni esa seguridad. ¿Os tengo que recordar como lo persiguió al baño?

Se miró en el espejo, pero se negó a sobre pensar mucho. Porque eso lo llevaba a pensamientos que ahora no necesitaba. Y lo consiguió en el momento en el que vio a Lucas entrar por la puerta del baño.

- ¿Qué pasa, loki? Te escapaste como si hubieses visto un fantasma.- Lucas le cogió de la barbilla y le dio un sopapo suave en la mejilla, riendo.

- ¿Por qué no me has avisado de que iba a estar?- Le abrace y apoye la cabeza en su hombro.

Don't you know that I am right here?Where stories live. Discover now