Beso o botellazo

50 13 9
                                    

La casa de Loli es hermosa.  Ella vive afueras de la ciudad, en una urbanización privada, se desde lejos se veía una casa moderna que desafiaba la tradición arquitectónica. Sus líneas limpias y su fachada de vidrio y acero la convertían en una casa preciosa. Al atravesar sus puertas de madera maciza, se revelaba un interior luminoso y espacioso, donde la sala de estar, el comedor y la cocina se entrelazaban en perfecta armonía. Claro que a esto lo acompañaban un montón de chicas y chicos borrachos bailando en las diferentes áreas.

En el exterior, una piscina reluciente invitaba al descanso, rodeada por un jardín exuberante y luces de colores, conjuntamente con un par de parejas haciendo cosas que preferiría ignorar, ya saben, por mi bienestar mental.

Jai me ofrece entrar a la sala principal en donde se encontraba Loli con algunas amigas y el que supongo que será su novio.

—Hola Loli, felicidades guapísima, te he traído esto —le extiendo el ramo de flores y los dulces— mucho más gracias por la invitación —digo antes de abrazarla.

—Muchas gracias por venir Mai, pensé que no vendrías , ya sabes por lo que pasó la última vez.

Señores y es que la última vez no fue cuando me dijeron pedorra, hay una anécdota que odio contar, pero en esta no tiene la culpa Jai, la tiene Romie, el mejor amigo de él. Era una fiesta de verano como cualquier otra, aquí, en la casa de Loli, recuerdo que vino Romie y me cargo en su brazos corriendo, mientras yo gritaba desesperada que me soltara el corría rápidamente hacia la piscina, al llegar me soltó hacia ella y caí al agua, el problema no fue ese, el problema fue que mi traje de baño se soltó y quedó flotando un poco más allá de la piscina mientras yo aún buscaba subir a la superficie.

—No, como crees, son cosas que pasan...—respondí algo incómoda.

—No pasa nada Mai, al menos tenías unos pedazos de pechos, que madre mía, parecías operada para tu edad—interviene Jai.

Por favor, díganme que no me dijo eso, dios yo sé que he sido horrible con él, pero por favor.

—Si bueno, iré a buscar un poco de agua—dije mientras corría disimuladamente hacía la cocina.

Al llegar no veo absolutamente nada de agua todo era licor y, aunque no lo tenemos totalmente prohibido, las bailarinas no tomamos licor.

Así que pues saco una botella de agua de la misma casa de Loli, con tal, cuando éramos pequeños Jai siempre abría mi nevera y se comía los dulces de chocolate de mi padre y cuando mi papá los buscaba él decía que me los comía yo, pero siempre tenía toda la cara de chocolate y mi papá insistía en que era él y Jai lloraba. Es mi momento de venganza.

Con mi botella de agua paso bailando un poco a la sala donde estaban las demás personas, a ver si entraba en un poco de ambiente y no parecía tan miserable. Sonó mi canción favorita, Plis de Camilo, es una canción tranquila, pero muy bonita, así que saqué mis pasos prohibidos de salsa. De lejos había un chico que no dejaba de mirarme con una cara que me daba miedo, era tal cual la de un sadico, así que intenté no mirarlo pero la mirada de él podía sentirla.

La canción acabó así que empecé a caminar para salir de ese espacio y evitarlo, quiero irme de aquí, la primera puerta que vi fui la del jardín, así que fui directo a ella, en unos cuantos segundos empecé a sentir los pasos de aquel chico detrás de mí y sentí una desesperación profunda, evitar a toda la gente que esta en casa es difícil, cuando ya voy a llegar a la puerta, este chico me toma del brazo y me atrae hacia él.

—¿A donde crees que vas?—dice mirándome fijamente, su aliente es horrible, huele a nicotina y vodka.

—¡Suéltame! ¡Qué me sueltes!—empiezo a gritar y a intentar soltarme de su agarre, pero este solamente lo intensifica.

—No vas a ningún lado, tengo un amiguito aquí, que le gustaría conocerte.

Simplemente empecé a llorar, no puedo con la frustración, mi cuerpo simplemente seguía intentando soltarse, pero me hacía cada vez más daño, no sé en qué momento, ya que mi vista se empezó a nublarse, pero al chico le reventaron una botella en la cabeza, este se desplomó y su agarre se soltó, las lágrimas corrían por mis mejillas y Jai me abrazó.

—Tranquila, todo está bien.

—Gra...gracias—dije pegando mi cara a su pecho.

La química de los besos ©Where stories live. Discover now