Capítulo II

599 88 29
                                    

Cuando por fin había terminado de acacilarme y arreglarme un mínimo para poder salir de esa habitación sin levantar muchas sospechas, la voz de una persona totalmente reconocible hizo eco contra mis oídos en cuanto puse un pié fuera del baño.

-¿Pensabas irte sin decir, siquiera, "buenos días"? - preguntó el británico, mirándome de brazos cruzados, apoyado en la pared que estaba frente a mí en esos precisos instantes.

La saliva se hizo bola en mi boca, obligándome a tragar duro.

Al mismo tiempo, mis ojos viajaron de su cabeza a sus piés, rápidamente percatándome de que, en ese momento, ya no tenía su piel completamente expuesta sino que, esta vez, a diferencia de hacían no más de diez minutos, llevaba sus pantalones puestos, únicamente revelando su abdomen, el cual estaba perfectamente definido y con líneas trazadas con tanta exactitud que permitían observar todos y cada uno de sus músculos.

-¿Vas a responderme o mejor voy trayendo una fregona para limpiar tus babas? - preguntó, hablando de nuevo, con una sonrisa burlona adornando su rostro.

-Oh, cállate, solo estaba mirando - rodé los ojos y, por fin, reaccioné ante la situación, moviéndome hacia una de las mesillas que había a ambos lados de la cama, recogiendo mi teléfono móvil y la pequeña cartera que había junto a éste.

-Correción, estabas mirándome a mí, no a cualquier otra cosa - inquirió sin quitar esa dichosa sonrisa conformada en su dentadura, siguiendo todos mis movimientos con su mirada.

-No seas tan egocéntrico - dije con un tono de falsa indiferencia, dirigiéndome hacia la puerta de salida de la habitación.

Con un hábil y rápido movimiento, el británico se posicionó delante de mí, impidiéndome abandonar aquel lugar que aún olía a lujuria y pasión.

-Apártate, Lando - añadí, fulminándolo con la mirada.

-Aún no te he escuchado decir "buenos días", princesa Peach - pronunciando ese curioso mote, el joven piloto de McLaren se cruzó de brazos de nuevo, mirándome fija y peligrosamente cerca de mí.

-Bueno vá a ser el golpe que te voy a dar como no te apartes de mi camino ahora mismo, Mario Bros - respondí, siguiendo con el juego de usar esa clase de apodos para denominarnos el uno al otro.

-Soy más de Luigi - dijo con una sonrisa que reflejaba la diversión que él mismo estaba sintiendo en ese preciso instante.

-Y yo prefiero a Daisy, ahora apártate - con una fingida y forzada expresión de felicidad, mantuve el contacto visual, y, como consecuencia de esto, percatándome del brillo azul que tenían sus ojos, haciéndolos mucho más bonitos, dignos de admiración.

Una suave carcajada se escapó de entre sus labios mientras daba un paso más hacia mí, dejando su rostro a escasos centímetros del mío.

-No creas que porque hayas intentando escabullirte sin decir nada olvidaré lo que pasó anoche, princesita - acercando sus labios a mi oído, susurró aquellas palabras con una fluidez, seguridad y confianza abrumadoras, que logró erizar toda la superficie de mi piel con ese mero movimiento.

Haciendo lo que mejor se me daba, es decir, fingir, relamí mis labios y sonreí orgullosamente, esta vez siendo yo quien se acercaba a su oído y susurraba contra él.

-Que pena que yo no recuerde nada. ¿Quién sabe? Quizás no hayas sido tan bueno como para que lo recuerde, ¿no crees? - solté aquellas palabras con la misma franqueza y valimiento puesta en mí misma que él había empleado apenas unos segundos atrás.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 18 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Serendipia•Lando NorrisWhere stories live. Discover now