Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.


Al día siguiente llegó su padrino y aunque tanto Draco como ella pensaron que era momento de tomar marcha a Hogwarts no fue así. Severus Snape había tenido algunos inconvenientes y ya no iba a poder llevarlos, por lo cual ambos chicos tendrían que esperar para ir en el expreso junto a los demás estudiantes. Aquello le había generado a Giselle un debate interno, por un lado, deseaba ver a sus amigas, pero ver a Liam, quien probablemente estaría en el expreso, no le parecía algo tentador.

Cuando el día de ir a Hogwarts llegó, Athena no sabía exactamente que hacer para que sus nervios bajaran, ir en el expreso no era algo nuevo, no, ella iba en último año, pero nunca en todos sus años de Hogwarts había tenido que enfrentar una ruptura, solo había estado con una persona, y ese era Liam, por lo cual, aquella sensación constante de vértigo no le agradaba en los absoluto.

Al llegar a la estación de King's Cross, Giselle ya lucía esa hermosa sonrisa arrogante que tanto caracterizaba a la chica Slytherin, aquella que hacía que se pareciera mucho a Draco Malfoy. Ambos chicos tenían un carácter exasperante para muchas personas, ninguno podía contradecir a su familia. Sin embargo, Giselle tenía una particularidad, era una persona, para sorpresa de muchos, que dependía emocionalmente de las personas que la rodeaban, sobre todo de Liam, aquello hacía que muchas veces no viera actitudes cuestionables, ya sea de sus amigas o de su enamorado. La joven Grindelwald no había hablado de esto con nadie, ni siquiera con su abuelo, no lo sentía necesario, o eso quería creer.

Athena observaba como su madre conversaba con algunos mago sangre pura que había visto muchas veces cruzar la puerta de su casa, muchos de ellos, padres de sus compañeros.

Bien, ahora escucha lo que te voy a decir Giselle, no vas a meterte en problemas, es tu último año, debes terminar con unas notas extraordinarias y sin ninguna mancha ¿Entendiste?

La joven platinada suspiro mientras asentía, rendida ante la voz imponente con la que le hablaba su madre.

Antes de que la platinada pudiera decir algo, Draco la llamo mientras le decía que se apurará. Salía vapor del tren. Este había comenzado a moverse. Athena corrió hacia la puerta del vagón que Draco había abierto. Se asomaron por la ventanilla e hicieron un pequeño asentimiento con la cabeza a modo de despedida, mantuvieron su vista en ellos un momento hasta que el tren dobló una curva y se perdieron de vista.

A media tarde, cuando empezó a llover y la lluvia emborronaba las colinas, Draco salió del compartimiento para ir con sus amigos, dejando a Giselle sola en el vagón.

  Pero miren quien esta aquí. — habló una voz conocida para ella, la cual provocó una sonrisa ladina —. ¿Cómo has estado, Gis?

La joven alzó la mirada encontrando a una de sus mejores amigas, Estefanía Blouse, quien ingresó al vagón para darle un pequeño abrazo, Blouse no era fanática del contacto físico.

— Hola Nía, he oído del ascenso de tu padre, felicitaciones, realmente se lo merece.

El padre de la joven Blouse trabajaba en el diario "El Profeta" y recientemente lo había ascendido como jefe de edición.

— Él está realmente contento, pero no hay que hablar de mi padre. — La chica Ravenclaw sonrió picara —. Mejor diem como va tu relación con el príncipe encantador de Slytherin.

— Termino conmigo. — soltó la chica sin rodeos —, por una carta.

— No puedo creerlo .— el rostro de la pelinegra era una verdadera poesía, vagaba del asombro a la incredulidad —. ¿Por una carta?¿Qué clase de persona hace eso?

— No lo sé, realmente estoy muy cansada, solo voy a aceptarlo, ya rogué mucho para que no se vaya y aún así lo hizo, no voy a seguir perdiéndome a mi misma.

— El no te merece Gis, además... —  Estefanía se quedo callada de forma abrupta.

El tren comenzó a reducir la velocidad, lo que a ambas chicas les había parecido raro, era muy pronto para que llegarán a Hogwarts.

— Es imposible que estemos llegando a Hogwarts. —  la pelinegra se inclinó hacía adelante para ve por la ventanilla, ahora completamente negra.

—  ¿Qué está pasando? — dijo Giselle.

El tren iba cada vez más despacio. A medida que el ruido de los pistones se amortiguaba, el viento y la lluvia sonaban con más fuerza contra los cristales.

Giselle, que estaba más cerca de la puerta, se levantó para mirar por el pasillo .Por todo el vagón se asomaban cabezas curiosas, incluyendo la de Harry Potter. El tren se paró con una sacudida, haciendo que la platinada y la castaña se tuvieron que sujetar, y distintos golpes testimoniaron que algunos baúles se habían caído de los portaequipajes. A continuación, sin previo aviso, se apagaron todas las luces y quedaron sumidos en una oscuridad total.

La joven Grindelwald escuchaba varios gritos desde los otros compartimientos así que decidió que era mejor regresar a su asiento.

— Seguro fue una avería. —trató de calmar el ambiente la joven Blouse.

— No lo sé...

Se oyó el sonido que produce la mano frotando un cristal mojado, y Giselle vio la silueta negra y borrosa de la castaña, que limpiaba el cristal y miraba afuera.

— Algo esta pasando — dijo Blouse — pero no logro distinguir nada.

Giselle se quedó callada unos momentos en silenció, hasta que a su costado sintió la presencia de Estefanía, al mismo tiempo que comenzaba a sentirse un frío abrumador, entonces la platinada habló.

— Son dementores...





Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.
𝐷𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 - R.L.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz