Abrí la puerta del salón  pero al salir  levante la cabeza al frente y vi a alguien en el pasillo apoyado justo en la pared de frente.

¿Me estaba esperando?

Y después dice que yo soy la acosadora.

—¿Y yo soy la acosadora?—Pregunté alzando las cejas mientras él me observaba.

Soltó una pequeña sonrisa y agachó la cabeza poniendo sus manos en sus bolsillos.

—Solo quería saber como te fue en el examen.

—Bien, bueno, eso espero. Snape aún no me dio la nota.—Respondí y me acerqué un poco a él.

Seguía con su mirada puesta en el piso, por un momento no dijo nada, pero luego levanto la cabeza y me miro a los ojos.

Sus ojos cafés estaban de vuelta.

—¿Cómo está tu herida?—Pregunté tratando de desviar la mirada.

—Mucho mejor, por suerte mi enferma personal siempre está para mí.—Bromeó.

—Tal vez lo estaría, si su paciente no se fuera sin siquiera decirle un gracias.

—¿Te molesto que no me quedara a dormir contigo?—Su tono pícaro hizo que mis nervios aumenten más.

—Solo digo que un gracias hubiera estado bien.

Lo observé un momento esperando una respuesta, luego de un segundo me miro fijamente y dijo:

—Gracias.

—De nada.

Se despegó de la pared y se acercó a mí lentamente. Esta vez no di ni un ningún paso atrás, me mantuve en mi lugar.

—La próxima juro que me quedo.—Dijo con el mismo tono coqueto de siempre.

—No habrá próxima.

—¿Como estás tan segura?

—Porque sé que si lo hay, va a suceder exactamente lo mismo. Te vas a ir, como un gatito asustado.

—No estoy asustado y no soy un gatito. 

—¿De verdad? ¿Y entonces por qué no puedes decirme lo que sientes sin una gota de alcohol en la sangre?

Mi pregunta lo dejo sin saber qué responder. Que no dijera absolutamente nada me decepciono un poco.

—Eso creí.—Lo miré por última vez a los ojos y di un paso para irme de ahí.

Pero antes de que pudiera hacerlo me tomo de los brazos y me acorralo contra la pared. Quise irme, pero me encerró y me fue imposible salir de ahí.

Su mirada está puesta en mis ojos, pero noté como bajaba lentamente hacia mis labios.

Lo observé un poco asustada.

Él soltó un suspiro y noté como sus músculos se relajaron un poco.

—Tienes razón, tal vez si estoy asustado.

Pensé que iba a besarme. ¡Por Merlín era yo la que quería que me bese!

¿Cómo es que llegué a este punto?

Su rostro lastimado estaba a unos pocos centímetros del mío. Podía sentir su respiración en mí. Se notaba que se estaba resistiendo a algo, como si quisiera hacerlo, pero a la vez no podía.

—Lo que dijiste en la torre de astronomía…

—Cada palabra es verdad, yo no miento Lily.—Me interrumpió antes de que pudiera terminar.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now