II

34 7 2
                                    

La idea no gustó mucho a mis amistades. Fui con la noticia de repente sin que nadie tuviese idea de que mi situación era tan terrible. El hecho de que haya aceptado el puesto y haya estado dispuesta a vivir contigo, fue desaprobado totalmente.
"¿Es que te has vuelto loca?", me preguntó Jessica con indignación. Yo negué. "¿Entonces, qué haces mudándote con una desconocida? No puedes tenerle tanta confianza a alguien que no conoces. Quizás sea una demente."
“No lo creo.” 
Para esa charla, ya había pasado unos cuantos días en tu departamento. No era mucho, pero estar en el espacio personal de alguien te permite evaluar varios aspectos de esa persona. Ya podía decir que eras estructurada, organizada y exigente, pero no representabas una amenaza.
“Quizás es una psicópata”, su tono fue bastante dramático.
“¿Cómo va a ser una psicópata?”
"No la conoces y te metes en su departamento. Puede que ahora no te dé esa impresión, pero quizás sea buena ocultando sus verdaderas intenciones. Tal vez busque lastimarte. ¿Qué hago si te encuentran muerta en algún descampado? Además, por lo que dices, parece alguien con mucho poder."
Esa charla continuó durante bastante, dando vueltas sobre la misma idea. Entendía el punto, después de todo lo que hice me podría haber puesto en riesgo. Por suerte, después de un rato se terminó con la llegada de su prometido.

Cuando regresé al departamento, aún no estabas allí. Ya había terminado las tareas que me habías asignado ese día, así que preparé algo para comer. En un lugar que aún no consideraba mi hogar, acceder a la cocina me hacía sentir como si estuviera invadiendo.
Cuando llegaste y viste la mesa puesta, me lo agradeciste. Luego, el aroma de la salsa que había estado cocinando llegó a ti. Comentaste que olía maravilloso mientras caminabas hacia tu habitación.
Cambiada y con ropa más cómoda, te serviste un plato de los fideos que preparé. Hice lo mismo y me senté a la mesa contigo. Como de costumbre cuando regresabas del trabajo, tu rostro estaba más serio de lo usual.
"Mi amiga piensa que eres una psicópata", solté riendo.
"¿Qué amiga?" Tú no reíste; te mantuviste seria mientras enredabas un fideo en tu tenedor.
"Con la que me junté hoy, Jessica."
No dijiste nada, solo asentiste. Estabas muy atenta a tu teléfono celular. No sabía a quién le escribías ni qué pasaba, pero parecía importante. Jamás dejabas de trabajar.
Cuando terminamos, empezaste a recoger las cosas de la mesa, pero te detuve.
"Yo me encargo", insistí, comenzando a tomar el plato que sostenías.
"Puedo hacerlo yo."
"Te ves cansada, y yo tuve una parte del día libre. Déjame a mí."
“¿Segura?”
En aquel momento de mi vida, no estaba segura de nada. Por lo general, sentía que cada paso que daba estaba acompañado de preguntas sin respuesta. Todo resultaba abrumador, la incertidumbre se cernía sobre mí como una sombra constante que me recordaba que la vida no tiene un guion preestablecido. Aun así, la decisión de tomar el trabajo a tiempo completo, aceptando que para ello debía vivir contigo, más allá de mi situación, no me generó duda alguna.

Lirios y rosas[Venable]Where stories live. Discover now