Inicios ?

2 0 0
                                    

Cuatro años nos amamos y te tomo una semana olvidarme y estar con la persona que me dijiste que no me preocupara.

¿Recuerdas el día en que nos conocimos? No éramos compatibles.

A veces quisiera no haber aceptado que me prestaras ese estilógrafo, color negro, punta 0.5 de esa marca que nunca pude pronunciar bien, pero es azul (te causaba gracia mi pronunciación en inglés).

¿Te acuerdas de esa semana que desapareciste de la universidad y nadie sabía de ti? Te llamé tantas veces y te escribí miles más, pensando que algo te había pasado. Pero si había pasado algo, la depresión te llamó a la puerta, entró a la fuerza a tu corazón y mente.

Estuve ahí como un guardián esperando que nunca te lastimaras, esperando a no lastimarte, porque si solo quedamos los dos, ¿quién nos ayudará? Nadie, porque éramos tú y yo, me hiciste creer eso, creí eso. Decías que no me amabas y estaba bien, podía ser tu amiga, pero cuando empecé a rehacer mi vida sin ti, viniste y me diste un abrazo por la espalda (cuando tú nunca me habías tocado ni el pelo), corte al día siguiente con la persona con la cual hubiera podido ser feliz, para regresar a ti.

¡Qué pésima elección!

Descubriste el sexo el cual yo te enseñe, maldito sexo que me ato a ti como una mosca a esas asquerosas tiras amarillas, te volviste adicto y tomaste mi cansancio y rechazo como si te quisiera menos... me obligue a querer que me tocaras, a que me besaras, no quería eso, no lo quería, pero no te importo.

Decías que te amó como si fuera algo sencillo, como si de un hola se tratara, para luego llamarme tonta o ridícula por creer en Dios, mi pregunta es: ¿Estabas celoso de Dios?... a este punto ya ni sé.

Creaste un amor tan fuerte de mí para ti que tantas veces que te intenté soltar y no podía, para que luego en una discusión me echaras la culpa de que sigamos en una relación.

Si querías ser libre, ¿por qué no, no me dejabas irme volando?

Vino alguien más, a esa burbuja que tú nos creaste y la reventaste por ella.

Me dijiste que no era importante... qué mentira más pendeja.

La llevaste a tu casa a las semanas, cuando en tres años nunca puse un pie en tu casa, te lo dije. No te importó, te pedí que pusieras límites, no te importó. Empezaste a hablar y bromear en otro sentido y te pedí que parara, no te importó.

Pasaron tantas cosas que no tengo energía de describir, pero luego las cosas se calmaron y pensé que todo había parado.

Hasta que mi salud se fue cuesta abajo, mi mente no daba más y caí........ Pensé, pensé, pensé, que estarías ahí para mí, como yo lo hice contigo (si yo toda pendeja dejaba que me hablaras a las 3 a. m. llorando cuando yo también estaba mal), me dejaste caer sola.

A este punto quizá sea lo mejor que me pudo haber pasado.



Estaba atrapada .......................................................

Cartas no enviadasWhere stories live. Discover now