Él tiene mejores cosas que hacer, que ocuparse de mí.

—¿Qué pasó esa noche, Stella? —su pregunta me espanta.

Carraspeo tomando tiempo para formular mi respuesta.

—Tantas cosas —casi no puedo articular palabra por el nervio patético que mi cuerpo sufre —. ¿Por qué dijiste mi bebé también era tuyo? Ahora todos van a pensar que tenemos una relación romántica.

—El bebé es un licántropo, puedo notar la magia que desprende de ti. Si decimos que es mío, será más sencillo para ti y nadie te mirara mal o te volverá a maltratar porque pensarán que llevas al hijo del alfa en tu interior.

—¿A que más huelo? —trago saliva.

—A hombre, como cinco aromas diferentes. 

—¿Huelo a hombre? —me lamento. 

Asiente muy serio, mirándome con una expresión sin vida. No vi esta faceta de él, y tengo que admitir que me asusta un poco.

—Eso me pone furioso, princesa. ¿Quién te tocó?

—No pude evitarlo, Killian. Eran muchos. Me atraparon y... —hay un nudo en mi garganta que no me deja seguir —. Intenté huir. Te juro que lo intenté. Pero ellos eran más fuertes. Eran malvados. No les importaba si suplicaba. Simplemente lo hicieron. Fue la noche más desgarradora de mi vida.

Mi pecho se oprime cuando tomo aire para respirar, es algo que me cuesta. Me siento tan avergonzada por lo que me pasó, y ahora voy a tener un recordatorio de eso. Toda mi vida.

Siento ganas de morir.

Un llanto incontrolable salta en mi interior, me hundo en la cama para intentar amortiguar mis lloros. Estoy intentando ser fuerte, ver el lado optimista a las cosas. Pero cada segundo que pasó viva, mi mundo se derrumba más.

—Ey, princesa —escucho la voz de Killian lejana.

Su mano toca mi codo, ese leve contacto arrasa con mi piel. Quiero que me toque más. Rodea la cama para atrapar mi cuerpo y incorporarme en la cama, mi cuerpo esta tan cerca del suyo, que mi corazón salta excitado. Me acaricia sutilmente los brazos, observando cada lágrima que baja por mi mejilla. Me sorbo la nariz, también viéndolo, aunque mi vista nublada me dificulte distinguir su rostro preocupado.

—No puedes rendirte ahora —me ordena.

—Pero sería tan fácil...

Se sienta en el borde de la cama conmigo en sus brazos, sus pulgares limpian las lágrimas con el dorso de su mano y mi piel quema con su contacto. Mis labios pican por dejar un beso en su cuello lleno de venas.

—¿Quieres abortar al bebé? —me pregunta sin tapujos —. Toma una decisión y dímela, princesa. Te ayudaré a hacerlo. No tienes qué traer al mundo a nadie que no vas a querer.

Mi llanto se detiene, su pregunta me ha hecho quedarme petrificada. No había barajado esa opción.

La de abortar al bebé.

Deshacerme de esta maldición.

—Necesito tiempo para pensarlo. Hay una vida que se está formando... —instintivamente toco mi abdomen plano, no siento ningún tipo de sentimiento maternal — en mi interior. Es tan terrorífico. Todo en mi se siente vacío.

Luna MalditaWhere stories live. Discover now