XII

557 60 4
                                    

Toda la noche Tadashi fue abrazado, todo se ponía en su lugar y su instinto, gracias al embarazo, era complacido completamente.

Dejó su mente en blanco, sumida en el placer. Pero a penas los rayos del son iluminaron la habitación, sus pensamientos volvían a dañarlo como una filosa espada, atravesando toda su cordura.

Tsukishima todavía lo tenía en sus brazos, no podía salir fácilmente, aunque para ser sinceros, no quería hacerlo.

Todo transcurrió como siempre, solo sumando el hecho de que Kei se iría de viaje al extranjero, el equipo completo debía estar por lo menos un par de días, para acostumbrarse al clima.

— Tú... ¿Quieres ir conmigo?— comentó Kei entre sonrisas mientras terminaba de comer.

Tadashi lo miró de reojo, no sabía cómo expresarse en ese momento, lo había pensado toda la madrugada y pensaba decirle sobre su trabajo, la condición en la que estaba.

— Solos — susurró girando la cabeza a otro lado.

— ¿Qué?

— Cuando vuelvas. Vamos solo nosotros de viaje.

Yamaguchi se levantó casi inmediatamente, como si lo que acababa de decir hubiese sido algo inconsciente.

Kei lo siguió, hasta el lavadero, ahí ambos se quedaron quietos, Tadashi por las manos que rodeaban su cintura y Kei por la paz que aquella reacción le daba.

El rubio besó un poco el cuello del más bajo, le gustaba esa parte.

— Prepárate para cuando vuelva. — Solo diciendo eso, fue a recoger sus maletas, un beso a Tadashi en la frente y salió de la casa.

Pasó la semana más rápido de lo que pensaba, Tadashi no tuvo tiempo para casi nada, todos esos primeros días que Tsukishima no llegó para dormir, su omega estaba desesperado, sentía que su cachorro sería atacado en cualquier momento.

Pasaba la mayoría del tiempo envuelto en la ropa del alfa, solo así dejaba de sentirse tan miserable.

Pero eso no eliminaban los mensajes que su jefe le mandaba casi diario, reclamándole el porqué no fue de viaje con él. Yamaguchi tampoco entendía como fue que rechazó aquella oferta, solo fue involuntario, no quería compartir al rubio con otros, lo quería para sí mismo todo el tiempo.

Pero aquella tortura terminó, un jueves por la mañana, las puertas del departamento fueron abiertas desde fuera, en pisadas casi inaudibles ingresó; sin embargo Tadashi reconoció aquél olor, sus pies se hicieron ligeros y corrió hasta la sala, dejando atrás todas las ropas que tenía envueltas sobre él.

Nunca pensó que pasaría eso, pero abrazó al rubio como si no lo hubiera visto en años, era tan reconfortante estar cerca de él nuevamente.

— Te odio... Me hiciste extrañarte, maldito.

— Yo también te extrañé jodido pecoso.

Se dieron un pequeño beso y entraron a la habitación, había mucho desastre por todos lados, debían arreglarlo.

Mientras ordenaban, Kei le contaba como le fue en su partido, ganaron evidentemente, aunque Tsukishima omitió la parte en la que se sentía miserable, pues al ser destinados, podía sentir toda la tristeza que sentía el peli oliva.

Terminaron a penas y se tiraron en la cama, abrazados, había sido cansado para ambos estar separados, sobre todo por el embarazo de Tadashi.

— ¿Te dolió alguna parte de tu vientre mientras no estaba?— preguntó el rubio mientras acariciaba con delicadeza los cabellos del omega.

— No me dolía... Solo sentía que le podría pasar algo mientras no estabas, por eso no salí de la casa en ningún momento.

Tsukishima abrazó más fuerte a Tadashi, lo que había dicho hizo que su instinto protector despertara con todo su potencial.

— Prometo no dejarte solo nuevamente.

Yamaguchi no se quejaba del calor que le proporcionaba mientras estaban ahí, era asfixiante, pero lo amaba.

— La próxima semana hagamos eso que dijimos, vámonos de viaje— comentó Kei nuevamente, sabía que debían volver al inicio, dónde empezó todo.

Aquella semana fue como un pestañeo, cuando se dieron cuenta ya estaban sentados en la camioneta, con la música muy alta y el viento refrescando sus rostros.

Estaban de camino a las montañas, las mismas que les daban no tan buenos recuerdos, pero por eso mismo iban ahí, querían cambiar ese sentimiento.

Cuando llegaron el ambiente los recibió con una ráfaga de frío, todo era un deja vu extraño.

Dejaron sus cosas en el hotel y alquilaron los implementos para esquiar, era la primera vez que ambos harían eso.

Cayeron muchísimas veces, pero juntos lograron hacerlo, era mejor cuando se ayudaban mutuamente, todo estaba mejorando.

Y nada mejor que cerrar el día con un baño en aguas termales, estaban completamente relajados. Durante todo el día a penas habían conversado correctamente, Tadashi sabía que ese era el momento indicado para contarle algo.

— ¿Recuerdas cuando nos dieron los resultados sobre mi embarazo?— soltó Yamaguchi de pronto.

Tsukishima levantó la cabeza de inmediato y se acercó más al pecoso, señalando que podía seguir hablando.

— Actúe así porque anteriormente yo creí estar enamorado, fueron muchas veces, pero cada vez que sentía que ese funcionaría, terminaba abortando espontáneamente a mi bebé, lo máximo que duré en cinta fueron cuatro meses. Nadie quería a un omega inútil, alguien que no podía darle hijos era solo una molestia y por eso me dejaban, tenía miedo de que eso pase otra vez.

El alfa no había dicho alguna palabra mientras Tadashi le contaba todo eso, pero dentro de él, además de los celos, predominaba el instinto de calmarlo. Se levantó del agua, caminó un poco y cargó al omega en sus brazos, esto sobresaltó un poco a Yamaguchi, pero lo único que podía hacer en ese momento era aferrarse.

— Aún si pierdes al bebé, no te librarás de mí fácilmente, somos destinados por el hilo rojo, eso no es algo que se pueda borrar de un momento a otro.

El mensaje había sido corto, pero la forma en la que lo dijo hicieron que el corazón de Tadashi comenzara a palpitar con fuerza.

Volvieron a la habitación, las luces apagadas y sus cuerpos chocando entre sí.

Sus besos eran profundos, no solo eran simples roces de labios, estaban comunicándose a través de ese toque, se dijeron tantas cosas sin hablar.

— ¿Cómo puedes ser tan lindo? — Tsukishima besaba el cuello de Tadashi, se había contenido muchas veces, pero está vez no podía, tampoco quería hacerlo.

Sus dientes se volvieron filosos, como colmillos, respiró unos segundos en el cuello del omega, cómo esperando algún tipo de aprobación.

— Está bien... Puedes marcarme, quiero ser tuyo.

El alfa no esperó más, se acomodó y clavó sus dientes muy cerca de la nuca de Yamaguchi, el pecoso tuvo un pequeño espasmo, le dolía, pero mientras más pasaba el tiempo, más lo disfrutaba.

Así se unieron, con el consentimiento de ambos, sabían que de ahora en adelante las cosas serían diferentes, debían aprender a amarse realmente.

Imposible [TSUKIYAMA] [OMEGAVERSE]Where stories live. Discover now