"No hay amor verdadero sin dolor. El amor verdadero debe vaciarnos de nosotros mismos."
Los ojos dorados tienen un brillo estéril que los hace palidecer con el tiempo. Para Baizhu, el amor es un sentimiento hermoso, demasiado satisfactorio hasta el...
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El frío se filtraba a través de su ropa, la humedad incomodaba su piel y sus mechones goteaban agua que corre debajo de su piel, realmente se siente mal, respirando la lluvia mientras sus ojos ambarinos brillan como estrellas, se apoya en el agitado por haber corrido hacia ese lugar, su respiración se entrecorta debido al clima dañino y se siente enfermo y moribundo "Y-yo... me gustaría quedarme contigo..."
Las joyas doradas lo miran cálidamente, tan irreal como puede ser "Siempre has podido quedarte..." él sonríe con tristeza "No me malinterpretes, nunca quise que te fueras, yo solo..." sus palabras se desvanecen, sus ojos se llenan de miedo e incertidumbre, su mirada dice lo que su voz no puede decir.
Toma su mano y el contacto es frío, la mano del peliverde es suave y se siente frágil "Sabes que me quedaría para siempre si me lo pides..."
"Lo siento, de verdad..."
"Quiero decir, está bien..."
No, no está bien.
Cuando Zhongli llega a casa, está vacía.
Avanza por los pasillos y un eco solemne acompaña sus pasos resonando por toda la casa. Pacientemente revisa las habitaciones con la esperanza de encontrar a Baizhu en una de ellas, pero no hay señales de que esté en la casa. La habitación principal tiene un persistente aroma a incienso que le gusta usar en casa, un aroma floral que lo reconforta, en otro momento lo hubiera llenado de consuelo, pero ahora, sentado en la cama que comparten, solo lo hace sentirse culpable y vacío.
El aroma de las flores se desvanece y se siente apagado; Desapareciendo como el olor, su amor se desvanece.
Avergonzado por su culpa, escucha el sonido de las llaves en la puerta y anuncia la llegada de su compañero. Por inercia va a recibirlo.
Se acerca silenciosamente y el peliverde no presta mucha atención a su presencia, como si no estuviera allí. Él es consciente, arcontes si no lo fuera, sabe que es una presencia insignificante en ese hogar, que es indiferente a lo que sucede, que su pareja ha dejado de verlo como si fuera el mundo entero, que su "hija" "Lo olvida con cada momento que no está en casa; dejó de ser una presencia indispensable para convertirse en el fantasma de lo que fue en algún momento.
En el pasado se creía incapaz de lo que hace ahora, pretendiendo ser lo suficientemente honesto como para decir cómo se siente y lo que ha hecho. Pero en ese momento él no se conoce a sí mismo; se mira al espejo y no puede reconocer quién lo mira, ha caído en un abismo del engaño, donde no sólo se engaña a sí mismo sino también a las personas con las que se supone debe quedarse.
Los ojos escrutadores del peliverde lo miran expectantes; No hay palabras, sólo un silencio de espera. Él sabe, sabe lo que espera, está esperando una disculpa, una promesa, una negación, está esperando tantas cosas que no sabe qué espera para empezar a hablar.
