-Que está padre pues-

Lionel solo lo vio con la misma duda.

-Ay no se cómo explicarlo sin modismos Mexicanos, pero dije que es bueno- Respondió Guillermo con un pequeño sonrojo y sobándose la nuca.

-Me gustá como hablas, sona piola- Dijo Lionel y tomó de el raro artefacto que traía.

-¿Que es eso?- Pregunto el rizado.

-Es mate, una bebida típica de Argentina, ¿Querés probarla?- ofreció el argentino.

Guillermo asintió y dejo su taza de chocolate en una bardita para estirarse y tomar el mate.

No tuvo que esforzarse mucho, pues solo los separaba un metro de distancia.

Al probarlo un sabor amargo inundó su boca haciendo que inconscientemente haga una mueca.

Lionel río al ver la mueca del de rizos.

-Creo que esto ya está pasado güerito- Y le regreso el mate.

-Asi sabe, me gusta amargo pero también puede ser dulce- Dijo Líonel.

Guillermo tomó nuevamente su taza y sorbió su chocolate que si sabía bien.

-Este es chocolate abuelita, típico en México, ¿Quieres probar?- Ahora fue el turno del rizado de ofrecerle su bebida.

Lionel asintió y tomo la taza de las manos del mexicano.

Sorbió un poco.

-Che, creo que está re dulce- E hizo una pequeña mueca.

Guillermo río porque el muchacho parecía un gatito con el seño fruncido.

-Por cierto, me llamo Lionel- Extendió la mano presentándose.

-Que bonito nombre, yo me llamo Guillermo- Acepto el saludo.

Una pequeña corriente paso por sus manos.

Esa noche de enero, una bonita amistad comenzó.

Qué torpe distracción
Y qué dulce sensación.

Los extranjeros se volvieron muy unidos con el paso de los días.

Les gustaba estar acompañados del otro y conocer acerca de sus países o del mismo en donde estaban.

A ambos les gustaba salir a conocer la ciudad junto al otro y pasear, pero lo que más amaban era la cotidianidad de estar juntos a veces sin hacer nada más que solo existir.

A Lio le gustaba ver a Memo inspirado cuando hacía su tarea de poesía.

Pues fruncía un poco el seño y de reojo lo veía, con un sonrojo que hacía que todo se sintiera de maravilla.

A Memo le gustaba ver a Lio combinar sus pinturas al pintar cuadros.

Incluso cuando llenaba sus mejillas de los tonos que le hacían lucir más bonito a los ojos del rizado

A veces era más lo que se distraian estando juntos que lo que avanzaban.

pero no importa, era una dulce sensación para ambos.

Ellos se inspiraban.

Lionel era la musa de todos los poemas que el rizado escribía y relataba a su salón en sus presentaciones.

Guillermo era el muchacho que Lionel pintaba en cada uno de sus cuadros y mostraba con orgullo a su clase.

Los dos están de acuerdo en que nunca fueron amigos, desde el segundo uno se trataron como algo más, pero por miedo a lo que pudiera pasar no mencionaron nada acerca de sus sentimientos.

𝓜𝓮𝓬𝓱𝓸𝓪 𝓢𝓸𝓷𝓰𝓼Where stories live. Discover now