Abstinencia

Del latín abstinentia.

"Renuncia voluntaria de complacer un deseo o un apetito de ciertas actividades corporales que se experimentan extensamente como placenteras."

...

A Scaramouche no le gustaba pensar en "el hubiera".

El clavo que atraviesa una pared horada el cemento inclusive después de sacarse. Si, de algún ingenioso modo, pudiera rellenarse, ésta nunca vuelve a estar íntegra en una sola pieza; el recuerdo la traspasa por siempre.

Pensar en lo que hubiera sido de nunca haber decidido colgar esa foto familiar (que luego quitarías porque la genética no puede mantener unidos a cordiales extraños) es inútil; el daño está hecho, la pared agujereada y la foto boca abajo en algún cajón.

"El hubiera" es el verdugo de aquellos que deben pagar una cuota en alcohol para conciliar el sueño, de los que hablaron de más y ahora su garganta es un desierto seco, y de aquéllos que rezan durante las noches para que su futuro siga atado en su jardín y no en el del destino.

Scaramouche odiaba pensar en "el hubiera".

Otra cosa que a Scaramouche le disgustaba era el laboratorio de Il Dottore.

En un historia de terror este se describiría con un olor putrido y luces macabras que parpadean cuando uno pone un pie dentro. Lastimosamente, los males que acechan el mundo real suelen ser mucho más formales y apegados a las normas de salubridad de quien tiene suficiente dinero para sustentarlos. Por lo cual, el laboratorio de Dottore no olía a nada más que a cloro. Un espacio tan lleno de muebles pero tan falto de humanidad, cuyo eco mounstroso lograba ser contenido por las paredes aislantes.

Un segundo. Dos. Un quejido y una queja. Más esfuerzo del que merecerá en toda su vida.

"Tus métodos son rústicos. Creí que eras más inteligente que esto, pero de nuevo, te sobrestimé."

La realidad es que la mordida sólo fue por diversión. Hay cosas, como el atar a alguien a una silla, que sin importar el transcurso del tiempo se mantienen igual de simples y humillantes; en especial cuando las sogas son meramente ceremoniales y lo que mantenía a la marioneta pegada a su asiento no eran limites físicos.

La risa que rebotó por las paredes se asimilaba al rugir de las tripas de un perro hambriento. "¿Preferirías entonces que te esposara? Eres un buen niño. Un niño listo. No hay necesidad de eso, Kabukimono."

Se ha demostrado que el permitir a prisioneros vivir una vida normal pero privandoles de recursos crea hombres frustrados destinados a fallar. Alimentales con cucharas agujereadas y se morderan la lengua como castigo cuando toda la sopa se derrame en su regazo. Dales el tacto cariñoso de una madre mientras usas guantes con agujas. Acarícialos justo antes de golpearlos. Llámalos por su nombre, pero asegúrate que suene como un insulto.

Promételes que ni teniendo todo en bandeja de plata son capaces de funcionar como seres humanos.

"¡No me llames así! ¡Te lo prohíbo!"

Tonto aquél que cree que su buen corazón es capaz de purificar la maleza de quien lo sostiene. Quizá esa es la belleza de amar con inocencia, abriéndose sobre la mesa quirúrgica de quien juró no se aprovecharía, mientras la anestesia te hace soñar con un festín a la par que el ayuno te carcome. La inocencia es algo que sólo puede lucirse una vez, antes de que los lobos arañen sus ropas y dejen todos sus moretones a la intemperie.

¿Estoy siendo muy sensible?

Estoy siendo precavido.

Desenfundo la daga antes de escuchar las huellas en la nieve. Y corto.

Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto. Y corto.

Dottore le hizo reclinarse hacía adelante. No se lo pidió para que él lo hiciera por su cuenta; simplemente le empujó y comenzó a conectar todos esos odiosos cables en su espalda como un juego de ajedrez. La peor parte estaba por comenzar.

Aunque pegajoso por la sangre que sale a borbotones de la yugular que Scaramouche destrozaba cada que se daba la oportunidad, el pelaje de la bestia era tan cálido, y Dios sabe qué él tenía tanto frío. Cuando los engranajes se ensartaban en su piel y el líquido viscoso le quemaba las venas con ironía. Tenía frío cuando rechazaba su inmortalidad inata y creaba una nueva e irrefutable.

Podía sentir como sus huesos mutaban dentro de él, abriendo cavidades que no existían en su piel, rompiendo sus vasos sanguineos. Cambiando el color de su sangre caduca, el filo de una navaja aserraba cartilagos con crueldad hasta que las vibraciones viajaron por su espina dorsal asegurandose de golpear cada nervio en el camino, gritando "¡Estás vivo!" y bloqueando cada uno de sus sentidos.

Pero no iba a llorar. Los hombres no lloran. Los hombres se brincan la cena y el desayuno y la comida. Los hombres no se retuercen ante el dolor de la divinidad. Los hombres no añoran ni sueñan ni extrañan. No aman. No quieren. No desean. Solamente odian.

El sumbido en sus oidos cesó.

...

xx/xx/xxxx

Bajo el mando del Dr. Zandik [Redactado]

Prueba de resistencia física.

Observaciones:

A pesar de que la intensidad del experimento fuera mucho menor a pruebas realizadas con anterioridad, y que la dosis administrada fue minima, el sujeto mostró signos de fuerte discomfort e incomodidad (espasmos, sudoración, forcejeo, quejidos, taquicardia, salivación excesiva).

Conclusiones:

La marioneta es capaz de llorar. Lo niega rotundamente.

Abstinencia | ScaramoucheWhere stories live. Discover now