𝐟𝐢𝐯𝐞

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« Que obsesión loco, acá parece que ninguno vió a una mina en su vida »

Paso un brazo por encima de la chica

―Te quise dedicar un gol pero no mirabas...

El jugador empujó a la chica sobre él, manteniendo la más cerca.

―Ahora jugamo' otro partidito, pero prefiero que los dos salgamo' ―la miró con una sonrisa socarrona.

La rubia se sentía incomoda, no quería estar precisamente con él y menos con su brazo sobre ella. Tan cerca del contrario que podía oír su respiración.

―¿Te pinta?, podemos ir a tomar algo o... a mi casa ―su mano, que reposaba en el hombro de la 'milipili' entre varias comillas fue a parar en su seno.

―¿Eh, qué haces tarado? ―intentó empujarlo, pero este solo se aferró a ella y a su vez apretó su pecho― ¡enfermo soltame!

―Daale, no seas tontita...

―¡E' puto soltala! ―alguien lo empujó con todas sus fuerzas, derribandolo.

De la nada apareció Carlos, asegurándose de que la femenina esté bien.

―¿Estás bien? ―de fondo Danilo levantaba al chico y se posicionaba para atacar.

―Sí-sí.

―¡Hernán trolazo te vo' a partir al medio, cagón hijo de puta! ―una trompada le cayó en plena cara al molesto chico.

Se lo merecía.

―¡Pará gil de mierda te voy a matar!

―¡Dale Danilo, vamos! ―rogaba su amigo ruliento.

La rubia se apresuró a tomar al chico de la remera y separarlo. Este lo permitió, no sin antes volver a envocarle una piña.

―Hijo de puta ―lo escupió con asco.

―¡Forro vení para acá! ―gritaba con dolor.

Danilo le proporciono una mirada extraña, que Micaela no lograba definir. La tomo por la mano y prácticamente la empujó lejos del herido chico, que yacía en el piso.

―Corremo' wachos ―ahora con una sonrisa en la cara salieron los tres de ahí, asustados.

Entre risas, entre la inocencia de la adolescencia en todo su esplendor, no comprendían lo peligroso de la situación.

―¿Lo vieron? ―le pregunto el causante de los golpes en la cara de Hernán.

―Lo hiciste mierda boludo.

―Gracias, a los dos ―se frenaron para tomar aire

―De na' ―le contesto Danilo, sin darle importancia.

Los tres amigos se sentaron en el piso.

―Me llego a ensuciar y ustedes me pagan la limpieza eh ―les recriminó lo que la incitaban a hacer, como si ella no hubiera estado sentada en el piso en propia voluntad hace unos minutos.

―Callaaa', es tierra ―la miró― estábamos yendo a juga'.

―¿Se acuerdan cuando jugábamos los tres al fútbol? ―desprendió con anhelo.

―Yo era re buena ―carraspeo― pero ya no juego.

―¿Por qué?

La chica ya había pensando en esa precisa pregunta y su respuesta ni bien llegó, en cuanto recordó todas y cada una de sus memorias ahí.

―No sé... se vería mal en una chica de mi edad, creo.

―Nah, las que juegan me pueden ―contestó― aunque ninguna juega ―fingió llanto.

BARDERA  𝒇𝒕. danilo sánchezWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu