―Ponele que vuelvo en media hora ―sonrió simpática― bye bye ―le tiró un beso.

―Si si, chau nena ―se encerró en su habitación, oyendose desde la sala de estar como el colchón rechinar gracias al peso de quien se había acostado.

Hizo el mismo trayecto que el día anterior, casualmente pasando por la cancha e inspeccionado a cada uno de sus jugadores.

Ninguno de ellos cumplia con las características del chico de ayer, el que la salió a correr por una pavada. Hasta que un gritó llamó su atención.

―¡Dale forro, cobrale falta! ―chilló alguien en el suelo de la cancha, en un extremo de esta tirado― ¡maricón!

La rubia rió.

―Ojo que te echan a patadas nene ―se animó a hablar, agachadose a la altura del chico que todavía no se levantaba.

―Te estoy viendo todo el orto ―sonrió, olvidando todo problema que haya tenido alguna vez con la chica.

Picada la femenina golpeo con fuerza al chico, levantándose de su anterior posición.

―¿Qué te pasa chabon, tenes quemado el cerebro? ―lo insulto entre gritos, mientras los demás seguían en la suya― es verdad, ni tenes.

De un salto se reincorporó, mirando fijamente a la chica con enojo.

―Vo' sos la loca que ayer me dijo villero ―expuso, con la voz más ronca― ¿no te das cuenta boludita que estamos en la misma?

La rubia retrocedió, asustada.

―¡Danilo vení pelotudo, que hay que seguir jugando!

―Controlate porque la próxima te reviento toda, ¿escuchaste pendejita del orto? ―la tomo por los hombros.

Micaela se trago su miedo y lo enfrento.

―Controlate vos fallado, no ves que no cazas una y me venis a insultar a mí ―mientras lo insultaba su pelo se movía por todos lados.

―Pelo duro ―le tiró un mechón de cabello, riéndose estruendosamente.

―¿Qué haces nene? ―vocifero en voz alta.

Por más que la muchacha intento seguirlo para devolvérsela, el contrario entró a la cancha y corrió hacia sus compañeros, dejándola con la bronca.

―¡Idiota que sos! ―chilló, enojada.

Se dio la vuelta dispuesta a irse, cuando una pelota la golpeo en la espalda.

―¡Qué haces pelotudo, hay que jugar!

―¡Arbitro está boludeando, sacalo! ―se quejaron el resto.

Ahora el rostro de la de ojos celeste desprendía felicidad, victoria. Al menos habían cagado a pedos al pibe ese re alzado, y eso le causaba felicidad.

Agarró la pelota y con seguridad la pateo, ahora golpeando el pecho del chico.

―Por groncho ―se burló, ahora caminando hacia un lugar indefinido, con la finalidad de pasear un ratito.

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BARDERA  𝒇𝒕. danilo sánchezWhere stories live. Discover now