|Capítulo 17|

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—Lo se soy una tonta —una lágrima rueda por su mejilla.

—No llores amiga, no eres tonta, eres un ser humano que siente, tu corazón hizo su propia elección, te entiendo, yo he estado ahí, pero escuchar a nuestro corazón a veces es lo incorrecto.

Mi hijo se estira, lo dejo en brazos de su tía. Mi cielo hermoso deja un beso en su mejilla húmeda dé. Ella abraza, lo abraza con fuerza. La ternura contagiada de melancolía me invade, sonrío acaricio el cabello de mi bebé.

—Eres el único hombre con amor sincero, mi príncipe —dice afligida.

—Alicia, está mal ese odio a la señorita Vitale, aunque bueno, es más bien celos, sea lo que sea, no está bien, ella no tiene la culpa de nada.

—Lo sé, pero debe ser igual de altanera que las demás mujeres que van a su casa, no me creo su sonrisa amable. Las pequeñas conversaciones que he escuchado, sin querer y su mirada, son suficiente para mí.

—¿Por qué tiene dinero? —cuestiono —. O sea, sí, el gran porciento de esa gente, se creen la última gota de agua del desierto, pero Enzo me ha demostrado que aún se puede tener fe en las personas de su clase. —Mi esposo es la excepción, mis interacciones en su caso, como me trata, todo lo sucedido en poco tiempo, me dan una vista diferente, no todo el rebaño sigue el mismo rumbo.

—Tu marido es distinto, eso lo confirmo, sin embargo, su hermana es otra cosa, además apenas has conocido.

—Celos es lo que tienes, cariño, no justifiques por la supuesta personalidad de ella, que aún desconoces, tengo entendido que tu jefe te despacha cuando está con sus mujeres.

—Marie, en verdad prefiero que me insultes, sabes.

—¿Ahora que dije? — pregunto a la defensiva, aprieto mis labios, ya caí en cuenta, no debí mencionar lo de las otras mujeres.

—Vamos a preparar algo a la cocina —cambia de tema de tajo, con algo de molestia.

Suspiro con pena, pero igual asiento, con tranquilidad.

Ojalá equivocarme, pero el corazón de mi amiga saldrá muy lastimado, de continuar con ese enamoramiento.

Por favor, que el juicio golpee a mi amiga.

***

Me encanta cocinar, ponerme de creativa en la cocina, modificar recetas, o crear una nueva. Odio presumir, pero mis manos provocan delirios en los paladares. En parte es gracias a las enseñanzas de mi abuela, sembró en mí la dedicación a la cocina. Antes no era mi actividad favorita, luego le fui tomando amor con lentitud, hasta que el encanto se prendió.

Tal como disfruto elaborar platos, me satisface el gozo de los demás al degustarlo. Le volví a agarrar gusto a cocinarle a terceros al trabajar con Enzo, luego de que Romina me había robado el crédito en mis preparaciones me desanimé a cocinarle a otros. Pero Enzo avivo esas ganas.

Tengo pocas cosas para ofrecerte a Enzo en muestra de agradecimiento, no cuando él lo tiene todo, así que toca cocinarle mis platos caseros, son de su agrado, me pone contenta que los disfrute.

Unas manitas delicadas palpa mi pie.

Cargo a Matt, estaba gateando, se le escapo a Alicia.

—Pequeños, cielo fantasmita, ¿vienes ayudar a mamá a cocinar?

—¡Maaaaa!

—Acá está mamá cariño, tomaré eso como un sí —beso su mejilla colorada.

Hoy no me podía poner de innovadora, así que hice Quiche de espinacas, champiñones y queso. Era lo que había en la despensa. Ya qué hora jefe de Alicia no le ha dado la voluntad de pagarle. Le dejaré parte de mis ahorros, para que se surta, le quedan pocas cosas.

Por estar de pensativa, Matt casi se lleva mis dedos a su boca —. No, cariño, los dedos de nadie, ni los tuyos se llevan a la boca —planta un puchero. Señala con frenesí unos de los cucharones de madera, le paso el más pequeño.

El inconfundible olor del quiche aromatiza la cocina, una oleada de placer satura mis fosas nasales. Una vez lo pruebe me quedaré en completa satisfacción ya completo una parte con el rico aroma.

Supongo a Enzo le gustaría.

Busco mi celular, decidida a invitarlo a comer. Me desconozco un tanto, no soy de tomar iniciativa de este estilo, menos con el género masculino, incluso cuando estaba con el maldito de ese, era quien me invitaba a "citas". Enzo no, me provoca miedo de tomar el mando, después de todo solo será un inocente almuerzo sin nada detrás. O bueno, eso trato de decirle a mi yo interno que quisiera otra cosa, la cual evitaré pensar, es irracional.

Antes de enviar el texto, me tomo una selfi con Matteo.

"Matteo y yo te invitamos almorzar".

No dura nada en responder que encantado.

Aplano mis labios, para frenar mi sonrisa. Pero chipas de emoción flotan en mi estómago, se expanden en mi interior aflorando la alegría. No pensé que un mensaje pudiera provocar tanto, más bien es por quién está detrás de del texto.

—¡Oh Dios! —el clamor ruidoso de Alicia me empuja de mi nube. —. Perdón por asustarte, es que no vi a mí, príncipe, lo deje con sus juguetes, necesitaba ir al baño...

—Sabes que esté jovencito, es un experto en el arte de escabullirse. ¿Algo que decir, señorito Matt? —Mi bebé me ignora, está lo que le sigue entretenido con el cucharón de madera, lo mueve tal fuera un avión.

¡Vaya su imaginación!

Otro mensaje me llega, pienso que es de Enzo, por un momento mi cabeza pulsa a causa del temor que cambie de opinión a mi invitación. Mis ojos se expanden a ver la crudeza del mensaje, que si desee hubiera sido la cancelación del mi invitación.

"Te lo advertí, ahora atente a las consecuencias"

Con fuerza mi corazón tamborilea, las amenazas de Zara repica en mi cabeza. Mis manos temblaban mientras leía, y la sensación de miedo se instaló en el nudo de mi estómago. Alicia notó las sacudidas de mis manos, con cuidado me retiro a mi hijo de mis brazos. La ansiedad me carcomió, observe a mi amiga con precaución.

***

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Enzo Vitale |Vitale 1|Onde histórias criam vida. Descubra agora