—Sobre anoche... —comencé, sintiendo un cosquilleo de nerviosismo.

Ella me miró con curiosidad, y mi corazón latía con fuerza.

—Creí que podrías pensar que no estaba interesado en ti después de mi "huida", pero quiero que sepas que realmente lo estoy. —murmure, trabándome tras cada palabra. —Y siento haberme acobardado un poco cuando llego tu amigo.

Sus ojos expresaron una mezcla de sorpresa y alivio.

—No Max, yo quería disculparme por su comportamiento. —esquivo mi mirada, como si estuviera avergonzada. —No sé porque hizo eso.

—Porque esta celoso. —solté sin pensar.

—No, no lo creo. —comenzó a defenderlo. —Solo se debe haber sentido invadido, es su casa, es entendible...

Mientras seguía hablando, recogía los objetos que los niños habían dejado desparramados por la arena.

—Addie, no tengo intenciones de causar problemas, pero creo que tu amigo puede tener otro tipo de sentimientos, diferentes a los que tú te imaginas. —comenté. —Su reacción no fue solo por sentirse invadido, fue porque notó la conexión que hay entre nosotros.

Esa última frase salió en casi un susurro de mi boca.

Addie me miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

Yo tampoco lo creía.

—Max, es solo mi amigo. No me ve de otra forma.

Un peso persistente permanecía en mi pecho, había ignorado o, al menos, rechazado la idea de la conexión especial que había mencionado entre nosotros.

Aunque intentaba no darle demasiada importancia, la verdad es que sentía una punzada de decepción.

La noche anterior, cuando nuestros ojos se encontraron y compartimos risas y confidencias, había sentido algo único, algo que no quería pasar por alto.

A pesar de la pequeña sombra de duda que se había instalado en mi mente, traté de ocultar mi desilusión y seguí con la charla, manteniendo el tono ligero y divertido.

—Puede ser que tú lo veas así, pero creo que hay algo más.

Ella frunció el ceño, evidentemente desconcertada por la idea.

Después de un momento de silencio, decidí cambiar de tema. Porque seguir con eso no ayudaría de nada.

—Dejemos eso por ahora. —su expresión se suavizó, y asintió. —Me gustaría invitarte a... ¿Salir?

Me había acobardado bajo su intensa mirada, debía parecer un idiota en estos momentos.

La propuesta fue demasiado mala, ¿Quién podría aceptar algo como eso?

—Si.

Claro que diría que no, era obvio que lo haría.

¿Cómo podría pretender que ella saliera conmigo?

—Espera, ¿Qué?

Una suave risa se escapo de sus labios.

—Me encantaría salir contigo, Max.

Sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor, y su sonrisa reveló cierta complicidad, no pude pasar por alto los bonitos hoyuelos que se formaban en sus mejillas, eran adorables.

—De acuerdo, necesito que me digas tres cosas que te gustan. —vi cómo reflexionaba por un momento antes de responder. —No, no lo pienses tanto.

Ella suspiro, pero manteniendo su sonrisa.

Emails I can't send | Max VerstappenWhere stories live. Discover now