Parte Única

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El trabajo como emperatriz no era fácil y menos cuando el papeleo se acumulaba en montañas debido a las fiestas patronales.

Agotada, Rashta suelta un suspiró acariciando su cuero cabelludo lentamente sintiendo la tensión. Gime aliviada cerrando sus ojos un momento antes de seguir con el trabajo que se acumulaba por momentos.

Heinley que estaba a un par de metros también trabajando, no tarda en darse cuenta de la situación de su esposa. Hacía menos de un año que se había vuelto emperatriz así que, podía entender que se le fuera un poco cuesta arriba los documentos.

Cuando vuelve a escuchar un suspiro por parte de ella y la expresión cansada algo se retuerce en Heinley. Había estado varias días trabajando intensamente, así que en la recta final era normal que estuviese agotada. Así que, con ya una idea atrevida en su mente, se prepara para atacar.

Con un gesto indica a todos el personal que se encontraba en la sala que se marchara de allí, pero Rashta al estar tan concentrada no se entera de nada.

Heinley sonríe y camina sigilosamente. Se escurre entre sus piernas escondidas en su escritorio acariciándolas con suavidad por encima de la ropa.

-¡O-Oye! ¿¡Pero qué...! ? - Exclama Rashta espantada cuando nota que algo la toca.-

Sus ojos se encuentran en aquel hueco del escritorio. Los morados del rubio brillan en la sombra, cosa que a Rashta le hace tragar saliva.

-¿Dónde están todos? - Pregunta nerviosa. -

-Se fueron.

-Los echaste. - Corrige Rashta con el ceño fruncido. -

Era claro que el personal no se iría por su cuenta sin órdenes de un superior.

-Bueno... La interpretativa también es buena. - Heinley le resta importancia. -

-¿Por qué estás allí debajo?

- "¿qué no haré?" Esa sería la pregunta correcta. - Responde Heinley con una sonrisa picarona en los labios. -

Rashta vuelve a espantarse.

-¡Ni se te ocurra! ¡Estoy trabajando! - Exclama con el rostro ya pintado de rojo. - ¡No me puedo distraer!

-Pero llevamos más de una semana sin hacerlo... - Heinley hace un puchero. - No será para tanto, solo quiero relajar a mi amada esposa que esta trabajando tan duro.

-¡Eso no es ni de lejos lo que quieres hacer! - Protesta Rashta. - ¡Si me quieres relajar, entonces sal de ahí abajo!

-Mi esposa como siempre tan recatada...- Heinley ronronea. - ¿Dónde habrá quedado mi fogosa esposa que siempre tenía fuerzas? - Dice, mientras alza el vestido lentamente causando cosquillas en la mujer. Sus piernas tiemblan. - o es que esta intentando no sacar a la luz su lado insaciable.

-¡E-Eso...!

-¿Eh? ¿Qué es lo que esconde mi querida esposa?

Heinley pregunta juguetón mientras va subiendo poco a poco los pliegues del vestido. Sus dedos callosos se deslizan por su piel tersa llegando a causarle escalofríos y tensiones que ponen su piel de gallina.

Cuando los labios finos de Heinley besan uno de los muslos de la mujer, esta suelta un jadeo de sorpresa y tensa todo su cuerpo.

-Mi esposa esta tan desesperada como yo, ¿verdad? - La voz ronca de Heinley se escucha. - Si no... ¿Por qué parece que quiere apresarme con sus piernas?

-No... Eso no... - Suelta con vergüenza queriendo negar lo evidente. - Yo no ¡ah!

Rashta gime al sentir como los labios de Heinley comienzan a recorrer uno de sus muslos mientras con que con otra mano alza los pliegues que aún tapan un poco sus muslos.

Soluciones eficientes [Rashta/Heinley]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant