—Papá no quiere que me arriesgue— suspiró frustrada bajando los hombros —Dice que es muy pegriloso—

—Peligroso— la corrigió mientras seguía mirando la fruta

—Si eso, el español no es mi fuerte— le restó importancia con un movimiento de manos, era cierto el español no era su lengua natal ni materna, estuvo en contacto con ella desde pequeña pero no la aprendió hablar ni a escribirla formalmente hasta los siete años en donde fue a vivir junto a su padre. La obligaron a aprenderla a la fuerza o más bien su institutriz uso la fuerza para que aprendiera, recordó como la señorita Farmer la sujetaba a la silla con una soga para que se quedará quieta y le prestará atención, y esos reglazos cuando escribía mal una palabra aún podía sentirlo en sus nudillos cuando se equivocaba al escribir una carta o documentos legales; nunca había sido buena reteniendo por mucho tiempo su atención en una sola cosa, siempre fue bastante inquieta y curiosa desde que tenía memoria y eso le había ayudado en muchas ocasiones. En el campo de batalla no servía de mucho quedarte en el mismo lugar, no a menos que quieras morir rápidamente.

—E irónicamente ahora iras a uno de los lugares más mortales en todo Navarre— agregó Violet pagando sus manzanas al vendedor del puesto que se las entregó en una bolsa de cartón.

—Bueno, aunque tu padre no te ha visto cercenar cabezas con un machete como yo— admitió tranquila mientras iban caminando por el mercado hacia el puerto —Tal vez por eso se preocupa—. La tomo del brazo para que no se alejara y empezara a explorar el lugar, conociéndola, si no la tenia a la vista se distraería e iría a cualquier lado sin darse cuenta y ella tendría que estar buscándola durante horas y no podían perder más tiempo.

—Le daría un infarto si me ve hacer algo así— confesó amargamente. —Porque soy su "princesita"— fingió una sonrisa más falsa que su tía petunia al decir que había cumplido con su dieta y subido cinco kilos para luego culpar al sastre que había tomado mal sus medidas.

—Sabe que se defenderme porque mi madre me entrenaba y sigo mis clases con el profesor de esgrima todas las mañanas en el patio de armas; pero nunca va a verme, creo que le recuerdo a mi madre o algo así, ya que siempre se pone a llorar y me abraza sin decir nada— relató sin ánimos, lo más probable era eso o ella deducía aquello, al principio quería que vaya a verla y lo esperaba ver ansiosamente en el palco sur que da al campo de entrenamiento, pero luego de muchos meses de anhelante espera y querer impresionarlo para que estuviera orgulloso de ella, comprendió que jamás vendría, no era más que una ilusión infantil la que albergaba su pecho, así que, dejo de esperarlo como una niña pequeña que espera que su padre vaya por ella luego de sus clases.

—Apenas me permite salir del castillo y solo si es con escolta, es tan desgastante— suspiró dándose golpecitos en el hombro con el puño tratando dé reconfortarse.

—Vaya problema más problemático tiene usted alteza real— dramatizó exageradamente su tono de voz —No la dejan salir de su castillo en donde la miman con exceso y le cumplen todos sus caprichos—

—Que desdichada y trágica es su vida— puso el dorso de su mano en su frente dramatizando aún más sus gestos.

—Dices eso porque no sabes como es vivir en un palacio, es peor que un nido de serpientes y murciélagos chupa sangre habitar en ese lugar— escupió con rencor y mala cara al recodar su "hogar" en donde tuvo que aprender primero como hacer un comentario con doble filo o saber descifrarlos para saber si su vida estaba en peligro a los modales y comportamientos de la realeza a las que era sometida por horas para adquirirlos.

Alas De Fuego, The Last PrincessWhere stories live. Discover now