Cuando su padre la llevo a palacio por primera vez y la presentó con sus hermanos. Tarn ni siquiera se había dignado en asistir, Halden estaba de gira por el reino, Alarec la ignoro rotundamente y Cam estaba llorando por su nana, pero Alic se acercó con una enorme sonrisa hasta ella como si se hubieran conocido de toda la vida y le preguntó, "Veo que eres fuerte, ¿como te llamas niña?"

"Andra" contestó sin muchos ánimos diciéndole su apodo y no nombre completo, en ese entonces, su madre estaba peleando en el frente, junto con su familia, era una de las mejores jinetes de dragón del reino y comandaba la legión de oeste en la rebelión tyrrish pero la mandó junto a su padre para que estuviera a salvó, ella había crecido en el frente de guerra así que no entendía porque la mandaba de un momento a otro junto a un hombre que jamás había conocido diciéndole que era su padre, llevándola a un extraño lugar junto a todas esas extrañas personas a las que parecían no agradarles por las miradas y comentarios despectivos que le hacían.

"Soy Alic, Andra, tu hermano mayor" se presentó cálidamente "Esto es una mierda, ¿no?" preguntó sonriendo al verla fruncir el ceño confundida; a lo que ella solo asintió tímidamente estando de acuerdo su afirmación, aún agarrándose de las túnicas de su nuevo padre que le sostenía la mano.

"¿Sabes usar un cuchillo?" Le preguntó divertido poniéndose en cuclillas para estar a su altura. Ella asintió de nuevo sin mirarlo.

"Bien" afirmó. "Necesitarás mucho de eso estando aquí". La aconsejo. "Eres linda pero eso no te salvará la vida" levantó su dedo indice "Y, regla número uno, siempre debes mirar a tu contrincante fijamente a los ojos, así les infundes temor que llega al corazón" tomó su pequeño mentón haciendo que mire sus verdosos ojos que asemejaban el brillo de las esmeraldas, al igual que su padre y hermanos haciéndola sonreír, hablaba como el general Carsen cuando le enseñaba donde debía apuñalar a los hombres si se les acercaban y eso se le hacía familiar. Le gustaba. No era fingido ni forzado. Como todo lo demás en ese lugar. "No olvides eso nunca". "No lo haré señor" contestó firmemente con una pequeña sonrisa.

"Tienes unos muy buenos ojos, no dejes que te los quiten" elogio el color de sus ojos desordenando su cabello con la palma de su mano. Como los de su madre eran violetas y también había heredado el mismo cabello albino característico de su familia materna. Cosa que la desparentaba totalmente con la familia real y muchos encontraban eso conveniente para esparcir rumores sobre su ilegitimidad o tal vez sin parentesco alguno.

"Tranquila no tienes nada que envidiar de esos zoquetes" afirmó cuando la pequeña poso su mirada en sus demás hermanos.

"Eres mucho mejor que ellos", "Estarás bien, no te preocupes", esas fueron sus últimas palabras antes del salir del salón aquel día en donde por primera vez lo vió.

Eso la lleno de nostalgia, recordar a su hermano mayor que ya no estaba, Alic era testarudo e impredecible pero seguía siendo su sangre, además quien no debería estar loco para querer ir a la academia de jinetes, en su opinión era un requisito importante para poder si quiera contemplar la idea de ir y mucho más si uno quiere sobrevivir en ese lugar. Recordó su primer regaló hacia ella fue un cuchillo dentado con la hoja de color rosa al igual que el vestido que llevo ese día, le aconsejó probarlo con los separatistas de la corte, una sonrisa se le escapó al recordar sus palabras. Ay Alic, si tan solo no hubieras sido tan cabezota, suspiró.

—Me imagino su sorpresa, no es algo fácil de digerir. Mucho menos cuando ya perdió un hijo en esa academia y ahora su hija favorita le dice que también irá al mismo horrendo lugar— respondió su amiga sacándola de sus recuerdos.

Alas De Fuego, The Last PrincessWhere stories live. Discover now