—¿Cuántas veces tengo que decirte que eres muy mala mintiendo?—Me acerque más a ella y se alejo.

Como siempre lo hace. 

—¿Podrías ponerte a hacer tu parte?—Preguntó de mal humor.

—La haré, si vienes conmigo.—Me levante y extendí mi mano para que la tomara.

—No, ya te dije debemos terminarlo.

—Bien, pues lo terminaras tu sola.—Dije y me di la vuelta par irme.

—¡Espera!—Volteé y la mire a los ojos.—¿A donde piensas ir?

—Por ahí.

Rodeó los ojos y soltó un suspiro. Me acerque a ella y apoye las manos en la mesa, sus ojos me miraban fijamente. Le saque la hojas con las preguntas y ella trato de tomarla pero al hacerlo nuestros rostros quedaron frente a frente.

—Por favor, solo serán unas horas.—Dije mirándola a esos ojos  que sentía que me perseguían a cada rato. 

—Bien.

Esa respuesta fue suficiente para que una sonrisa se me saliera. Extendí mi mano nuevamente, ella la observo un segundo y la aparto levantándose.

—Como quieras.—Susurre con mala  gana.

Adelante el paso y fui con ella en dirección a la puerta de la biblioteca, pero cuando estábamos a pocos metros, Lu se detuvo y me tomo del brazo para que yo también lo hiciera.

Mierda, otra vez no..

El mismo flash de la otra vez me apuntó a los ojos y sentí una sensación rara en mi cuerpo.

Había cuadros colgados por todas partes, uno de ellos llamó mi atención. Era de una familia, un niño sonriendo a la cámara y sus padres a cada lado con la misma sonrisa.

Un ruido se escucho, al darme la vuelta me di cuenta que era la misma casa que había visto la otra vez. Parecía que era de noche ya que las luces estaban apagadas.

La misma escalera, la misma puerta. Solo que esta vez estaba cerrada y no se notaba ninguna luz salir de ella. Cuando mire hacía la escalera note una pequeña figura sentada en el escalón de arriba.

Era... ¿Una niña?

No podía moverme. Mierda, ¿Por que no podía? ¡Quería ir a ayudarla! Se notaba que estaba triste, de su rostro caían lágrimas.

Ella levantó la mirada, sus ojos estaban rojos. La observé un segundo tratando de que no se asustara de mi presencia, pero no lo hizo. Fue como si no notara que estuviera ahí. Como si fuera un fantasma.

Se levanto de la escalera y se dio la vuelta para irse a lo que parecía ser su habitación. Antes de se fuera note que tenía un cuadro en sus manos.

Traté de ver quienes eran las personas del cuadro pero no lo logré...

—Tu cuaderno.

—¿Eh?

—Tu cuaderno.—Repitió nuevamente.—Casi lo olvidas.

Me miro algo confundida y extendió su mano para darme el cuaderno. Aún seguía sin entender que es lo que acababa de pasar, no entendía que carajos estaba pasándome. ¿Por que siempre que estoy con ella.. pasa esto?

—Oh, gracias.—Le agradecí y lo tomé. Lo doble y lo guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Traté de dejar de pensar en eso. Pero era imposible, tenía que averiguarlo de alguna forma. 

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now