Corazonada

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Los cuatro chicos regresaron a la escuela en compañía de su profesor Gojo que había acudido presto a la llamada de auxilio de Yuuji. El hechicero de los seis ojos, lejos de estar enojado, terminó confundido por la extraña explicación de sus estudiantes sobre la situación, ya que al llegar, encontró a los tres de primero siendo insultados por una dueña furiosa; los trozos desperdigados de una ventana rota; y a Aoi Todou bañado en lágrimas de tanto llorar.

Sin embargo, Megumi y Nobara se llevaron la mayor sorpresa cuando, al entrar, encontraron a sus compañeros de segundo año reunidos con los estudiantes de Kioto.

—¿Qué hacen ellos acá? —Nobara preguntó en voz alta.

Mai Zenin y Momo Nishimiya enfocaron su atención en ella, con muecas que reflejaban un evidente desagrado. En contraste, Miwa Kasumi les movió la mano, con una sonrisa amigable, mientras que Noritoshi Kamo solo los ignoró. La profesora de Kioto, Utahime Iori, se acercó a Aoi Todou que, continuaba sumido en un viaje astral, y lo reprendió como a un niño pequeño jalándolo de la oreja.

—Utahime —Satoru lo llamó exagerando el tono—, veo que no tienes ningún control sobre tus estudiantes. Estás siendo muy descuidada con ellos y eso no está bien.

La mujer apretó los dientes.

—¡No son niños y te recuerdo que Yuuji dijo que Nobara había atacado a Aoi! ¡Los de primer año son tu responsabilidad, Gojo! —Lo apuntó con el índice acusador—. ¡Se supone que les avisarías de nuestra visita! ¿Qué hacían en otro lugar?

—Lo mismo que Aoi probablemente —Gojo sonrió—. ¿Sabes, Utahime? Ahora entiendo la urgencia de que los estudiantes de Kioto se relacionen más con los de Tokio. Ellos son muy conflictivos como su profe Utahime.

—¡Satoru Gojo, te recuerdo que soy tu superior! —Utahime exclamó, iracunda, lanzándole el primer objeto que halló y que, gracias al infinito, quedó suspendido en el aire, sin rozarlo.

Utahime haló del brazo de su estudiante y se lo llevó a rastras. Gojo se aproximó a sus alumnos, acortando el espacio entre los cuatro, con una amplia sonrisa.

—Se quedarán un par de días —explicó a los tres—. Se supone que deben hacerse amigos. Ya saben, muchos de ustedes trabajarán juntos en un futuro. Limen asperezas.

—¿Por qué en Tokio? —Nobara preguntó haciendo un puchero.

—Porque en Tokio están los estudiantes del profesor Gojo —Gojo movió las manos hacia sí mismo, enmarcando su rostro—. Por cierto, ya me enteré de lo de Megumi y Nobara. Secreto lo tenían, pillines, pero yo siempre lo supe. Hacen una linda pareja.

—¿Cómo? —Megumi parpadeó.

—Era evidente, sobre todo, porque usan mis tarjetas para pagar los cafés que beben en sus citas. He estado viendo sus fotos en la cuenta de chismes de la escuela —Gojo rió—. ¿Desde cuando estaban saliendo que no me lo contaste, Megumi? ¿Y la confianza...?

Megumi agachó la cabeza y se cubrió la cara con el cuello del uniforme.

—¡No hay nada entre Kugisaki y yo y aunque lo hubiera no te contaría nada a ti!

Gojo frunció los labios.

—Yuuji, vámonos —dijo al pelirrosado—. Hay que dejarlos solos que se nota que quieren privacidad. Solo mira a Megumi, está así de amargado porque le falta cariño.

—¡No estoy amargado! —Megumi se quejó—. ¡Y no me interesa recibir cariño!

—Nos vemos luego, chicos —Yuuji rió—. Dense amor.

Con la mirada perdida y las manos en la cabeza, Nobara se dejó caer lentamente en el césped.

—Los de Kioto... Como si no tuviéramos suficientes problemas —Revolvió sus cabellos y se abrazó las piernas—. Oye, Fushiguro, cuando no se trata de chismes no hablas mucho.

Megumi suspiró y se sentó al lado de ella.

—Ahora no tengo nada que decir.

—¿Acaso no te enoja? —Nobara se cogió el pecho—. Es cierto, debes estar contento de que te crean mi novio. No te culpo, soy una chica muy atractiva y para ti, como un antisocial, no creo que sea fácil conocer chicas.

—Asocial —Megumi le corrigió—. Antisocial significa... Olvídalo... debemos descubrir quién es esa persona que nos está difamando de esa manera tan desagradable.

—¿Desagradable? —Nobara enrojeció—. Estamos hablando de salir conmigo —Bajó la mirada y apoyó la cabeza en sus rodillas—. Fushiguro, para mí esto es malo, pero no tanto. Al menos no me han inventado un romance con Itadori. No es que no me agrade, pero no puedo evitar pensar en la posibilidad de que haya sido uno de esos niños que se comían los mocos y tú... Tú no tienes cara de papa.

—Qué consuelo.

Ambos se observaron un rato en silencio, hasta que Nobara se aproximó al cuerpo de Megumi y descansó la cabeza hombro sin volverlo a mirar. La respiración de Nobara se sintió reconfortante y su cercanía, cálida. Megumi, aunque no tenía cómo justificarlo, supo que todo estaría bien.

—Al profe Gojo le gusta bromear y tenemos muchos chismes de él —Ella tomó la mano de él, jugando y divagando, pensando en todo y nada a la vez—. Insisto en que lo consideremos como primer sospechoso.

—¿Qué propones?

—Hay que espiarlo.

Chismes y café┊FushiKugiWhere stories live. Discover now