Tinieblas Eternas: La Maldición Inextinguible de Blackwood

La luna llena brillaba sobre el pequeño pueblo de Blackwood, sumiendo sus calles en una oscuridad inquietante. Un silencio espeso se cernía sobre las casas, interrumpido solo por el susurro del viento entre los árboles retorcidos que rodeaban la aldea. En la plaza central, una vieja mansión, conocida por todos como la Casa Negra, se erguía como un monumento a la decadencia.

Aquella noche, cinco amigos decidieron aventurarse en la Casa Negra en busca de emociones fuertes. Se llamaban a sí mismos "Los Insaciables" y se jactaban de no tener miedo a nada. Sus nombres eran Jack, el líder del grupo; Emily, su novia; Mike, el bromista del grupo; Sarah, la audaz; y Chris, el tímido que aceptó la invitación solo para encajar.

Empacaron linternas, cámaras y un par de botellas de licor para avivar el valor que ya se desvanecía en sus corazones. Con risas nerviosas, entraron en la mansión, atravesando la puerta oxidada que chirriaba como un gemido lastimero. El interior estaba cubierto de polvo y telarañas, con muebles cubiertos por sábanas desgarradas. A medida que exploraban las habitaciones, la atmósfera se volvía más pesada y claustrofóbica.

Descubrieron una puerta secreta en la sala principal y, con valentía fingida, decidieron abrir el pasaje oculto. Una escalera empinada los llevó a un sótano lúgubre, donde el aire estaba viciado y el olor a humedad les llenaba las narices. En el centro de la habitación yacía una mesa cubierta por un trapo oscuro.

Curiosos, levantaron la tela y se encontraron con una serie de instrumentos quirúrgicos oxidados y manchados. Los amigos se miraron con expresiones de disgusto, pero una extraña fascinación los mantenía allí. Fue entonces cuando notaron una puerta detrás de la mesa, apenas visible en la penumbra.

Con manos temblorosas, Jack abrió la puerta revelando una habitación secreta. La luz de sus linternas reveló una escena macabra: paredes cubiertas de escrituras incomprensibles, estantes llenos de frascos con líquidos de colores inquietantes y en el centro, una figura encapuchada yacente en una camilla. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de los Insaciables.

De repente, la figura encapuchada se movió, revelando ojos brillantes y despiadados. Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro, y la voz gutural salió de su garganta.

"¡Bienvenidos a mi reino, mortales intrusos!", exclamó la figura con una risa maníaca.

Los amigos, atónitos y horrorizados, retrocedieron hacia la puerta, pero esta se cerró de golpe. Estaban atrapados con el ser que se hacía llamar El Cirujano.

El Cirujano se levantó de la camilla con movimientos lentos y calculados. Su capa negra ondeaba detrás de él mientras avanzaba hacia los intrusos. Les contó la historia macabra de la Casa Negra, una historia de rituales oscuros, sacrificios humanos y experimentos médicos monstruosos.

Uno a uno, los Insaciables fueron inmovilizados por fuerzas invisibles, obligados a presenciar los horrores que se avecinaban. El Cirujano sacó un bisturí oxidado y comenzó a realizar cortes precisos en la carne de Mike, mientras este gritaba en agonía. Los demás, incapaces de apartar la mirada, veían cómo la sangre salpicaba las paredes.

Sarah, paralizada por el miedo, fue la siguiente. El Cirujano realizó una serie de incisiones grotescas, revelando sus órganos palpitantes. El olor a sangre y carne quemada llenó la habitación, y la visión de la tortura era tan intensa que Chris no pudo soportarlo y perdió el conocimiento.

Cuando despertó, se encontró solo en la sala macabra. Los cuerpos desmembrados de sus amigos yacían esparcidos por el suelo, rodeados de símbolos siniestros dibujados con sangre. Chris temblaba mientras intentaba encontrar una salida de aquel infierno.

De repente, la voz del Cirujano resonó en su mente. "Eres el testigo, el único superviviente. Lleva contigo la historia de la Casa Negra, para que el miedo que experimentaste aquí se extienda por el mundo".