— ¿De... De verdad? ¡Su alteza, gracias a Dios! —exclamó con una brillante sonrisa tomando la mano de la contraria, besando delicadamente dicha zona y volviendo a sonreír cada vez más. — Pídeme lo que desees, estoy segura que será tan hermoso como la luna.

— Yuriko, han pasado cuatro meses de ello. —exhaló por casi cuarta vez. — Sé que debí informarte antes, pero hace dos semanas la doctora vino por órdenes de mis madres.

Las dos monarcas parecían aún interesadas con un heredero con destino brillante. Siempre cuando se tratase de su hija mayor.

— No puedes seguir aquí sola Larissa. —dijo con un tono angustiado. — ¿Qué ocurrirá si te pasa algo? No puedes...

— ¿Qué es lo que estás tratando de decir? —dijo mirándole desafiante.

La alfa no pretendía ofenderla, pero, ni siquiera sabía cómo hablarle sin hacerla enojar. Yuriko la conocía, cualquier cosa que saliera de su boca era criticado y rechazo ante los ojos de su alteza.

— Tienes que volver a la residencia, no voy a dejarte sola. Si su majestad y la gente sabe que vivimos separadas, no dudo en que nos citarán a una audiencia.

La expresión de la princesa cada vez hacía resaltar su enojo, haciendo que su paciencia se agotara.

— ¿Y qué si es así? No me interesa en lo más mínimo que sus majestades y los súbditos piensen de mi matrimonio político.

— Quieras o no, eres mi esposa y futura madre del quizá siguiente monarca de esté imperio. Ambas debemos permanecer al menos en el mismo palacio.

— Ya tuve suficiente, ¿cómo te atreves a cuestionarme así? —expresó con un tono más fuerte.

La más alta callo por un momento, pero; se negó a si misma volver a dejarse intimidar por tan importante persona frente a ella.

Con un poco de dificultad y un breve tartamudeo, dejó salir las palabras que siempre habían sonado en su ser:

— Tengo derecho desde el día en que nos casamos.

Estas palabras la siguieron ofendiendo más.

— No confundas tu posición, sigues siendo inferior a mi. Si no te vas ahora, en este instante. Llamaré a los guardias.

— No. No me iré, tu eres la que se irá conmigo. Deseo al menos que lo pienses, mi mayor anhelo es que mi hijo y mi consorte estén a mi lado.

— Entonces. Te pido que dejes de desear en vano. — murmuró alejándose de la más alta, girándose para darle la espalda.

Larissa apretó los puños, escuchando y percibiendo el aroma de Yuriko cada vez mas cerca suyo.

— Su alteza, no le pido que se enamore de mí. No quiero que nadie salga perjudicado y que la paciencia de su madre se agote.

La omega negó repetidas veces.

— No lo voy a repetir. A menos que me lleven a la fuerza. No pisaré ese lugar por mi propia voluntad.

(...)

Cómo fue dictado por la duquesa. Una audiencia estaba apunto de iniciar, siendo ambas reinas sentadas una junto a la otra.

En el salón del trono. Esperando a su hija con mayor esperanza de darles un próximo heredero.

Las emperatrices habían otorgado siete hijos a la corona. La luz y esperanza de una nación en tan dorada época. Sin embargo; ninguno de estos nobles cachorros se habían manifestado como Alfas dominantes o tan siquiera Alfas en particular.

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⏰ Last updated: Mar 06 ⏰

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La desdicha de la princesa Where stories live. Discover now