002 | ENZO FERNÁNDEZ.

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—¿Te falta mucho? —Miré preocupada el escritorio, viendo como no paraba de leer documentos.

—No, bebé, ahora no. —Suspiró cansado, haciendo sonar su cuello con su cara totalmente neutra. Dios, que varón. —Tenía los afiches del club atrasados, aparte aproveché de adelantar los documentos de Oli del jardín. —Se dejó caer sobre la silla, totalmente agotado. —No sé para que quieren tanto papel estos giles. —Se quejó, haciéndome reír al instante.

Agradecía que él se hiciera cargo de esos temas.

Podía no estar tan presente en casa como yo quisiera, pero a la hora de estar, estaba. Pasaba el tiempo posible con sus hijos y me ayudaba cada vez que podía, sin descuidarme a mí ni su trabajo. No había podido escoger mejor esposo.

—Igual pensá que es este año y ya el que viene no es mucho. —Intenté mirarle el lado positivo. —¿Te falta mucho del club?

—Nomás el cierre de este mes. —Chasqueó su lengua. —No tengo ganas igual, me parece que lo voy a dejar para mañana.

Sonreí traviesa al escucharlo, después de todo necesitaba de él. Me levanté de mi lugar y pasé detrás suyo, viendo como acomodaba los papeles en el escritorio, completamente desentendido de mis intenciones.

—Mejor, tenés que descansar vos. —Pasé mis manos por sus hombros, dejando suaves masajes en ellos al notarlo tan tenso. —¿Tenés entrenamiento en la mañana? —Pregunté cuidadosamente, sintiéndolo relajarse bajo mi toque.

—Se paso a la tarde. —Se giró en su gran silla para dejarme ver su sonrisa asomarse. Ya se había dado cuenta. —Lo que te conozco a vos, mi amor... —Suspiró, posando sus manos en mi cintura para dejar besos sobre mi panza aún a la vista. —No sabés lo que te extraño... —Murmuró sobre mi piel, haciéndome llevar mis manos a su cabello y acariciarlo.

—Yo también. —Bajé mi mirada para apreciar como no se cansaba de besar mi panza. Una pequeña costumbre hermosa que le había quedado del embarazo. —¿No estabas muy cansado? —Pregunté genuinamente preocupada, no quería molestarlo tampoco.

—Para complacerte nunca voy a estar cansado. —Subió su mirada, sin dejar de acariciar mi cintura como quería. —¿No se van a despertar los nenes? —Preguntó cuidadoso, sabiendo que teníamos que ser precausiosos, en especial con Olivia que solía ser más hiperactiva.

Asentí segura, relamiendo mis labios al sentir los nervios llenar mi cuerpo. Aún no podía acostumbrarse a ser la afortunada de tenerlo tocando mi cuerpo.

Me acercó por la cintura y me sentó sobre su regazo, aprovechando cada segundo para tomarme por la mandíbula y besarme con necesidad. Sus besos se sentían como mi adicción y podía decir que sentía como me faltaba algo cuando no los tenía. Mordió mi labio inferior con atrevimiento, haciéndome jadear al separarse con él entre sus dientes, retomando el beso con incluso más ganas que antes.

Sus manos se detuvieron sobre su remera, siendo la única prenda que me cubría, adentrando sus palmas y posandolas sobre mis tetas sin mucha falta de pensamiento, estimulándolas sin importar lo sensibles que se encontraban últimamente por amamantar. Bajó con desesperación los besos hasta mi clavícula, dejando libres mis labios para dejar salir mi placer en forma sonora, sintiéndolo gruñir sobre mi piel de tan solo sentir mis movimientos involuntarios creando fricción en nuestras intimidades.

—Que rico. —Jadeé, mordiendo mi labio inferior ante tantos sentimientos juntos. La suavidad de sus movimientos en mis pechos y el crecimiento de su erección chocando contra la fina tela de mi tanga. —Ya te necesito... —Suspiré, completamente desesperada de sentir su pija dentro de mi por fin.

ONE SHOTS. | SCALONETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora