La dicha del enamorado

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-Nathaniel, ¿verdad? Soy Iván, el padre de Martín, y esta es mi esposa, Casandra. El joven es Diego, el hermano de Martín -dijo mientras señalaba con la mano al doctor que entró con ellos y luego al lobo herido -Y el águila de ahí es Eric, el guardaespaldas -presentó Iván con amabilidad a todos.

"Un guardaespaldas? ¿Dónde diablos se había metido?" pensó Nathaniel.

-Mucho gusto, soy Nathaniel -respondió el brujo, sintiéndose incómodo con toda la situación.

-Creo que ya nos hemos conocido, pero mejor hacerlo de nuevo ahora que todo esta más tranquilo, mi nombre es Taylor -intervino el policía Alpha. - Gracias por ayudar a Martín. Estamos en deuda contigo.- Le miró a los ojos y vio como estos resplandecían en rojo un instante. Por lo que desvió la mirada rápidamente.

La atmósfera se llenó de un silencio incómodo a su parecer. Nathaniel notó las miradas intensas sobre él y se preguntó qué más podía decir para aliviar la situación.

-Creo que yo debería irme, tengo un padre y un hermano mayor muy estrictos a quienes no les hará mucha gracia que este aquí con... lobos...- terminó de decir algo enredándose por si sus palabras resultaban hirientes o ofensivas.

-Yo creo que tendrán que acostumbrarse.- Le dijo finalmente Martín, le observaron todos mientras se levantaba y acortó aquellos dos pasos que le separaban de Nathaniel y Taylor - La marca que tienes en el pecho y que compartimos los tres no es un souvenir que la luna te haya regalado por haber salvado a un lobo, es una marca de predestinados- Nathaniel suspiró negando con la cabeza y miró hacia arriba, a aquellos ojos que parecían sumirlo en un estado de tranquilidad absoluto.

-Yo no puedo ser vuestro "destinado", soy un brujo, no un lobo, esto tiene que ser un error- dijo dando dos pasos atrás, queriendo alejarse de todos ellos.

Martín se acercó a él con una mezcla de determinación y tristeza en sus ojos. -Nathaniel, las marcas no se equivocan, y la conexión que sentimos los tres tampoco. Tanto Taylor como yo llevamos la vida entera sintiendo esta conexión, pero la sentíamos incompleta, hasta ahora. No puedes huir de lo que el destino ha decidido. Puedes ser un brujo, pero eso no cambia lo que somos nosotros y lo que compartimos. Además; te olemos, hueles a lobo, a omega, ni la luna ni el destino se equivocan, tu perteneces también al mundo de los lobos, de una manera u otra.

Nathaniel se sentía abrumado por la intensidad de la situación, y la idea de estar conectado con dos lobos de esa manera lo desconcertaba. Miró a Martín, luego a Taylor y al resto de la familia, buscando alguna respuesta en sus rostros. ¿Cómo podría manejar esta nueva realidad que se desplegaba frente a él?

-Hermanito mío, te encuentro en el sitio menos esperado, ¿Qué tendrán estos perros que me los encuentro en cada esquina?- La voz de Dominc relucía por el odio con el que escupió cada palabra, y la sangre de Nathaniel se heló al darse por descubierto ahí. Se giró y se dio cuenta con horror como su padre también estaba al lado de Dominic.

-¿Padre? ¿Dom?- Dominic observaba con odio a todo aquel que se encontraba alrededor de su hermano pequeño.

-Hijo, ¿estás bien? Wolf, ¿Qué le habéis echo a mi hijo?- preguntó su padre con una mezcla de preocupación, confusión e ira en su rostro. Nathaniel se quedó en silencio, sin saber cómo explicar toda la situación ni por dónde empezar. ¿Por qué parecía que aquel hombre y su padre se conocían?

Martín intervino, mostrando un gesto firme. - Su hijo está bien, señor. Nathaniel me ayudó cuando fui herido.

Dominic soltó una risa burlona. - Oh, ¿así que este es tu nuevo amigo? Un lobo herido. Qué combinación tan encantadora, siempre me acuerdo cuando eras pequeño y traías a animales heridos callejeros a casa para curarlos, pero esto ya es todo un avance...- Dominic se acercó a su hermano y le dio un abrazo mientras observaba con odio a aquellos lobos. Deteniéndose en la figura de Diego, ese jodido cabrón de nuevo.

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