Capítulo 12

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—Toma un poco, te calmará —dijo ofreciéndome una taza de té.

—Está bien —tomé un sorbo.

Mi cabeza estaba llena de tantas cosas que solo quería meterlas en un cajón y olvidarlas, pero por más que lo intentara no dejaba de sobre pensar todo, cada mínima cosa.

—¿Quieres algo más? —preguntó Éric señalando los postres que habían en el café.

—Quiero flan de queso —contesté.

Fue por el flan y me lo entregó enseguida para que pudiera comerlo.

—Éric, ¿puedo pedirte un favor? —pregunté bajando la mirada avergonzada.

—Claro que sí —respondió.

—¿Puedo quedarme en tú apartamento esta noche?.

Su rostro era poesía, no podía ocultar la felicidad.

—No tienes que preguntar, puedes quedarte cuando y cuanto quieras —suspiró —no debería alegrarme porque tienes problemas con tú familia, pero esto es maravilloso.

—Solo es por esta noche, quiero aclarar mis pensamientos —me limité a decir.

—Puedes quedarte a vivir —dijo sonriendo.

—Espero que más adelante no te arrepientas de haber dicho eso —lo miré desafiante.

—No lo haré —se robó una cucharada de mi flan.

Una vez en su apartamento me fui directo a la cama para descansar

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Una vez en su apartamento me fui directo a la cama para descansar.

—¿Quieres que te prepare algo de comer o pedimos una pizza? —lo escuché preguntarme desde la cocina.

—No tengo hambre —contesté.

Fue hasta donde estaba para regañarme. —Tienes que comer, te preparé algo saludable, es mejor que la pizza.

Él se encontraba parado frente a la cama, me levanté y lo hice acostarse un poco, me puse encima de él, crucé sus piernas con las mías.

Me quité la blusa y de una vez el brasier. —¿Prefieres irte a cocinar o prefieres comerme? —le susurré al oído acompañado de una mordida.

—Comerte, definitivamente —contestó.

—Haz que deje de pensar, haz que olvide todo, por favor —le pedí.

—Justamente eso haré —me besó frenético.

Aún con la ropa puesta empecé a hacer movimientos pélvicos para excitarlo, aunque era evidente que ya lo estaba, pero me gustaba verlo así, me gustaba verlo queriendo hacerme suya. Estaba agitado; no se podía contener así que con fuerza me sujetó y acostó por completo para terminarme de desvestir, de inmediato bajó y empezó a lamer mi parte inferior, su lengua se introducía de una manera tan satisfactoria que lograba hacerme gemir llena de placer.

El poder de tus besosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin