— Lo siento mucho hermano, perdóname. — Se refugia en el pecho de su hermano llorando con culpa mientras Zara se sienta a su lado y trata de consolarla.

— No tienes porqué pedirme perdón. Ahora no es necesario que me cuentes nada, quiero que descanses y mañana hablamos. — Besa su frente y la acompaña hasta su habitación donde Zara le ayuda a quitarse la ropa y ponerse el pijama.

— Zara, gracias por lo que has hecho por mí. Estoy muy agradecida por lo que has hecho. Lamento mucho que ese desgraciado te haya golpeado.

— No te preocupes, estoy bien, ahora descansa, Yassir lleva razón debes de hablar con él y contarle la verdad. Ya no ocultes nada Íngrid.

— ¿También nuestro secreto?

— Todo se sabrá a su debido tiempo, ahora descansa y dejemos las cosas como están.
Te quiero Íngrid.

— Te quiero Zara, te quiero mucho hermana. — Susurra a su odio abrazándola dejando caer su cabeza en el hombro de Zara, la cual se estremece al escuchar de su boca que la quiere.
Sus ojos empiezan a llenarse de agua, es una sensación tan bonita de poder haberse enterado de sus verdaderos sentimientos.
Yassir las ve y se une al abrazo haciéndole la promesa de cuidarlas.
Ingrid al escuchar decir eso de su hermano esboza una sonrisa mirando a Zara la cual roja de la vergüenza hace como que no has escuchado nada.

— Descansa hermanita, mañana tenemos que hablar y quiero que estés más tranquila. — Le da un beso en su frente y se marcha junto a Zara al salón.

— Gracias por todo Zara, has sido muy heroico de tu parte, pero ese desgraciado me las va pagar. — Gruñe Yassir apretando sus puños.

— Déjalo así Yassir, ya le he has dado su merecido. — Trata de convencerlo de que desista en su decisión de quitarlo del medio.

— Mírate, a ti también te ha lastimado el muy desgraciado, poco hombre. Déjame que te cure Zara me duele mucho verte así.— Unos luceros corales la miran con añoranza, le cura sus rasguños con paciencia y delicadeza de no hacerle daño, aún así le duele su costado y se queja de ello.

Yassir la lleva hasta el hospital para que le hagan unas pruebas.
Según le informa el médico de guardia todo está bien, no hay nada de qué preocuparse, tan solo debe guardar reposo por su lesión.

A la salida del hospital, Zara le pide que la lleve a su casa, a lo que Yassir se niega.

— Llévame a mi casa, estoy bien. — Protesta ella.

— Está noche vendrás a mi apartamento, después ya veremos.

Yassir la coge en volandas hasta su apartamento donde con cuidado la deja en su cama.
Ambos cruzan una mirada tierna, un aviso de la atracción que sienten uno por el otro.
Sus rostros están muy cerca, sin poder evitarlo mira su boca con el deseo incontrolable de querer apoderarse de sus labios, exprimir su sabor y cruzar la linea del peligro.
Ella cierra lentamente sus ojos esperando con ansias su beso, con su pulgar en su barbilla inclinándose despacio roza ligeramente sus labios para degustar un sabor exquisito del cual esperaba probarlo desde hace tanto tiempo.

Son interrumpidos por el sonido del teléfono.
Yassir maldice y contesta la llamada, se trata de su padre le explica lo sucedido y quedan en verse mañana.
Cuando termina de hablar con su padre vuelve en busca de su Caperucita, pero ella descansa y él se tumba como un lobo tranquilo a su lado.

En mitad de la noche, Ingrid se levanta con miedo, los recuerdos la asustan y busca algunos de sus hermanos. Al no ver a nadie en el salón, lo busca en su habitación, donde con cuidado se asoma y los ve durmiendo abrazados.
Sonríe feliz de verlos así, lo que más desea es que sus hermanos sean felices. Desafortunadamente, su madre no querrá aceptar su relación y tratará de lastimar a Zara.
Pensar en ello la entristece, por ello decide meterse entre los dos y dormir con ellos evitando cualquier mal entendido.

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