19

1.4K 120 44
                                    


Fourth y Ford miraban a distancia la guerra de miradas que Gemini y Mark parecían mantener. Sentados con sus bandejas de desayuno en el comedor, sin decir palabra alguna.

Simplemente mirándose mientras sus bocas se atiborraban de comida. Era incluso divertido verlos ahí, sin nadie queriendo sentarse con ellos por miedo a que en algún momento estallaran. Cualquiera que estuviera a su alrededor saldría seguramente lastimado.

Fourth estuvo seducido a decirle a Ford que se sentara con ellos; quizá para molestar un poquito.

—¿Qué mierda les habrá picado a esos dos? —preguntó Noah dándole un sorbo a su té.

—No tengo idea.

—Bah. Ya estoy acostumbrado a estos maricones y sus ataques hormonales. —Ford rodó los ojos y se levantó, contorneando sus caderas hasta la mesa en donde estaba el emperador y su mejor amigo o enemigo mortal; Fourth no lo sabía con certeza.

—¿Qué crees que hará?

—Es Ford —solo eso respondió Fourth. No se necesitaban más explicaciones.

Fourth vio como Ford susurraba algo en el oído de Mark y este se levantaba de golpe, siendo seguido por Gemini. Mark murmuró algo cerca de Gemini y este gruñó antes de tocarle el hombro; asintiendo con la cabeza. Ford se despidió batiendo su mano, viéndolos salir del comedor como dos toros embravecidos.

Al volver a la mesa, Fourth estaba pestañeando con lentitud. Completamente incrédulo de lo ocurrido.

—Bien, ya está —comentó Ford con despreocupación.

—¿Qué demonios les dijiste? —preguntó Fourth.

—Que hoy mientras Mark estaba en las regaderas, un bastardo intentó acorralarme cuando fui a pedir ropa limpia. —El rubio se encogió de hombros y le dio una mordida a su rebanada de pan—. Y que me tocó en lugares privados.

Fourth casi se ahogó. Inmediatamente buscó algún signo de daño en su rubio amigo, sin encontrarlo a simple vista.

—Dios, Ford. ¿Eso de verdad pasó?

—No, por supuesto que no, idiota, pero pasará todo un día antes de que Gemini y Mark se den cuenta y para ese momento, ya habrán hecho las paces.

—Oh.

—Sí. Soy una perra muy inteligente, lo sé. —Ford aplaudió dos veces para sí mismo con denotada arrogancia y volvió a su desayuno, manteniendo una conversación ridícula sobre cuán poco atractivos eran los nuevos reclusos.

Fourth exhaló el aire de sus pulmones y estrechó los labios en una sonrisita tímida. A veces parecía que el verdadero emperador no era otro que el loco rubio que movía a todos a su antojo.

—Bien. Entonces... Si encabezamos la lista, definitivamente el más guapo es Gemini —dijo Jack contando con sus dedos—. Luego viene Mark, Derek y Johan.

—Están locas —protestó Ford—. Gemini está bueno, pero Mark es mucho más sexy.

—Dicen que Gemini puede hacerlo por horas y no cansarse. ¿Es verdad, Fourth?

—Joder. ¿Por qué debería responder esto? —Las mejillas de Fourth estaban calientes y teñidas de rojo. Las bromas y dudas respecto a la capacidad de Gemini en la cama era algo a lo que nunca podría acostumbrarse.

—¿No contaremos a los muertos? Ley era muy guapo.

—Y un asesino de menores. No cuenta —dijo Jack con una mueca de asco.

—Yo una vez se la mamé —soltó un chico de la nada. Fourth parpadeó y dio un sorbo a su té, intentando excluirse de aquella narrativa.

—¿En serio?

"P" geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora