Trató de tranquilizarse, el sentimiento de ser observado era algo que siempre le había parecido incómodo. Pero no sabía qué más hacer, suponía que era normal, simplemente estaría asegurándose de que no sirviera algo mal o algo parecido.

Tomó el shot de vodka entre sus dedos y camino de vuelta a su asiento.

──Tenga, si desea un poco más no dude en pedirlo. ──dijo luego de poner el pequeño vaso en el escritorio, cerca del pelinegro de ojos cautivadores.

Ni siquiera se acomodó mejor en el asiento, el pelinegro ya había bebido el contenido del vasito.

Una sonrisa divertida se formó en sus labios.

── ¿Y bien? ¿A qué debo su grata e inesperada visita? ──trató de ser afable, educado. Lo mínimo que quería es que se sintiera ofendido o algo similar.

──Tenés un buen culo.

Aquello le paralizó: ── ¿Disculpe? ──fue lo único que pudo salir de sus labios.

La sonrisa ladina que se resbaló en los labios ajenos fue delirante. ¿Qué estaba pasando?

──Escucha, tenés un buen sitio acá, tú local es sensación en toda la ciudad, ¿Por qué no hacemos un trato? ──propuso de repente, con tono gélido el mayor, desabrochando ligeramente la corbata.

Arrugó el ceño y asintió, todavía confundido por lo que había dicho antes.

── ¿De qué trata? ──se acomodó mejor en la silla, recargando su peso por completo, girando levemente sin dar completamente la vuelta.

Los ojos violáceos le admiraron fijamente, provocando aún más sus nervios.

──Vender drogas ──. Murmuró sin cuidado, completamente desinteresado. Sin quitarle la vista de encima.

Parpadeo un par de veces tratando de analizar la información. No era nuevo que fueran a su oficina a ofrecer ese tipo de cosas, incluso hasta de integrar a personal escort. Lo que le sorprendía y le creaba conflicto es que fuera tan poco disimulado.

Tragó grueso.

── ¿Qué tipo de drogas? ──indagó curioso. No iba a decir que no, al final estaba abierto a nuevas estrategias para ganar clientela.

──Existe un gran catálogo, pero quizás debamos debatir eso en un lugar más privado ──, sugirió insinuando una sonrisa coqueta. ──las paredes tienen oídos y suelen hablar a tus espaldas.

¿Acaso estaba insinuando que había un soplón en sus instalaciones?

── ¿A qué te refieres? ──exigió indirectamente. Pero solamente recibió como respuesta una risa despreocupada.

──Si quieres saber algo más deberías contactar conmigo luego ──, propuso. Conectaron miradas por unos minutos, hasta que se sintió demasiado avergonzado. ¿Por qué debía tener una mirada tan pesada? Le erizaba la piel con solo mirarlo a los ojos. ──Pero quiero hacer algo antes de irme.

── ¿Hacer qué? ──preguntó preso de la curiosidad, al notarlo tan ansioso y divertido.

──Cogerte.

Perplejo, simplemente le observó con los ojos bien abiertos. ¿Cómo? ¿Acaso ya no existía el respeto entre colegas? Ni eso, apenas estaban por convertirse en socios. Y todavía lo dudaba.

Estuvo a punto de rechistar, de regañarlo por su falta de empatía, por insinuar algo tan obsceno. Aunque debía admitir, estaba muy curioso y tentado ante la idea de poder tocarlo y complacerlo. Pero solamente eran sus deseos impuros y él no era una perra que podía tener cuando le placiera.

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⏰ Last updated: Jan 22 ⏰

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