—Una psicópata puede ser una esposa leal y amorosa, una buena madre y todo lo que sueñas. Simplemente no entres en su sótano —suspiré—. Supongo que olvidé agregar que también son mentirosos patológicos y carecen de empatía.

Observé que su mandíbula se tensaba y sus oscuros ojos café me miraban.

No podía decir lo que estaba pensando por sus expresiones, pero estoy segura de que sabía que había dicho lo correcto para silenciarla.

¿Y por qué exactamente estaba encontrando placer dejarla sin palabras?

Justo cuando pensaba que las cosas habían tomado el giro equivocado, sus expresiones se suavizaron.

Decidí molestarla más. —Entonces, ¿qué tipo de psicópata eres? ¿Hannibal Lecter o Patrick Bateman?

—Ninguno  —ella dijo—. Soy más como Dexter Morgan.

—Dexter Morgan no mordía a la gente. —contesté

—Olvidé agregar la parte de que puedo ser un poco más dañina.

No pude evitar reír. —Si no estuvieras tan loca, diría que eres interesante.

Sus ojos continuaron mirándome, como si pudiera mirar dentro de mi alma y leer todos mis pensamientos. Y luego me hizo la pregunta que menos esperaba. —¿Tienes novio, enfermera Nayeon?

—Sí. —mentí, bastante sorprendida por mi capacidad de mentir tan fácilmente.

—¿Quién es la mentirosa patológica ahora? —preguntó.

Seulgi tenía razón. Jeongyeon era inteligente, manipuladora y alguien con quien ni siquiera debería hablar.

—Incluso si no tengo novio, no es asunto tuyo.

Jeongyeon sonrió. —Me muero de hambre. ¿Qué tienes ahí? —preguntó, fingiendo echar un vistazo a la bandeja.

—Bueno, no es carne humana si eso es lo que esperabas. —dije.

Si estaba echando humo dentro, y muriéndose por matarme, no lo dejó ver.

Bueno, se merecía un poco de sarcasmo y burla después de los muchos problemas que me había causado.

Jeongyeon solo me sonrió como si la hubiera felicitado. —¡Debes ser psíquica! —exclamó.

Me decepcionó que el insulto no le afectara.

Quité la tapa de la bandeja de comida y la coloqué frente a ella. Era lo habitual. Puré de papas y salsa con un poco de ensalada.

Al instante me sentí mal por ella. El hospital debía hacer variaciones con el menú, y no servir tres veces a la semana lo mismo. 

Coloqué las cosas en su mesa con cuidado y también hice su cama mientras me daba cuenta de que estaba bajo el ojo del halcón.

Después de eso, decidí que era hora de lo que más temía.

Me acerqué a ella y por alguna razón desconocida, mi corazón comenzó a bombear fuertemente a través de mi pecho.

Nunca antes me había sentido tan nerviosa mientras cuidaba a un paciente y, sin embargo, me di cuenta de que estaba temblando.

Tal vez fue por lo que sucedió con la Dra. Jihyo, que temía que se repitiera conmigo.

Los ojos de Jeongyeon estaban en mí, observando cada uno de mis movimientos mientras desabrochaba las correas de sus muñecas.

Como si tuviera una premonición de lo que iba a ocurrir, retrocedí, pero no lo suficientemente rápido porque Jeongyeon estaba justo detrás de mí.

Abrí la puerta para salir corriendo, pero ella la cerró mientras yo todavía estaba atrapada entre sus brazos.

Me volví para mirarla y me di cuenta de lo alta que era en realidad.

Estaba temblando y a Jeongyeon le estaba gustando, su sonrisa lo decía todo.

Si nunca había experimentado miedo, bueno, ahora sí.

Mi decisión de mantenerme fuerte parecía haberse deslizado en el olvido.

—¿Qué me vas a hacer? —yo pregunté.

Su cuerpo se apretó contra mí y su cara se acercó a la mía.

Susurró. —Bueno, esa es la pregunta que me estoy haciendo. ¿Qué haré contigo, enfermera Nayeon?

—No, Jeongyeon... ¡Por favor!

Su sonrisa lobuna regresó.

Su sonrisa lobuna regresó

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
Mental AsylumKde žijí příběhy. Začni objevovat