— Los Malfoy pasarán aquí lo que resta de sus vacaciones de verano — aclaró su madre — Ustedes irán juntos un poco antes al colegio, Severus los llevará, los Malfoy, tu abuelo y yo tenemos algunas cosas que resolver.

Giselle no quiso decir nada más, solo se limito a dar un asentamiento con la cabeza. Limpio su boca y agradeciendo por todo se retiro a su habitación.

Diez minutos más tarde, se comenzó a escuchar más bullicio del normal en la planta baja indicando así que los Malfoy ya habían llegado. La platinada no tuvo que esperar más para salir de la habitación y comenzó a bajar las escaleras de la mansión.

En el umbral de la puerta estaban Lucius y Narcissa Malfoy junto a Draco. Los tres Lucian bastante bien, como si tan solo hubieran tenido que cruzar la calle. El señor tenía a su lado, en el piso, tres maletas pequeñas, las cuales, supuso Giselle, tenían un hechizo de expansión.

— ¿Dónde está la hermosa Giselle? — dijo Cissy, como a Giselle le gustaba llamarla.

— Aquí estoy Cissy — habló la platinada haciéndose notar — es un placer poder recibirlos nuevamente aquí, espero puedan sentirse cómodos.

Del otro lado, Casiopea Grindelwald miraba a su hija con una sonrisa, se sentía orgullosa de cómo la había criado.

— Muchas gracias por tu hospitalidad querida — habló Lucius Malfoy con ese imponente todo de voz que solo el tenía — Casiopea, hiciste un buen trabajo con ella.

La platinada mencionada solo asintió, en cambio, en el rostro de Giselle se dibujo una mueca que supo esconder rápidamente. Siempre le habían molestado ese tipo de comentarios, sin embargo, siempre era mejor quedarse callada porque en las familias sangre pura, decir ese tipo de cosas no era mal visto.

La madre Grindelwald encaminó a los Malfoy a la sala, en dónde ahora se encontraban su abuelo y su padrino, mientras que los elfos domésticos subían e instalaban sus cosas en las habitaciones, dejando a Draco Malfoy con ella.

— Hola mi pequeño Dragón — habló Giselle cuando estuvieron solos — ¿Cómo has estado?

— Ya no soy pequeño pero estoy muy bien tía Ellie, papá me compró una nueva escoba, ahora podré usarla en los partidos de quidditch.

Giselle río negando divertida, paso un brazo por los hombros del menor mientras ambos subían a la habitación que solo usaba Draco las veces que se quedaba allí. Ambos se sentían cómodos con el otro, sin embargo, también sabían que no se podían mostrar tan cariñosos frente a otra persona, no les gustaba hacerlo, era por eso que solo entre ellos se decían apodos o se abrazaban, pero nunca en público.

La mayor parte de los días se la pasaban allí, en los jardines o asaltando las cocinas, sin embargo no siempre podían estar juntos, como en las horas en las que la mansión dormía.

Al sexto día de la semana, Giselle se encontraba a punto de dormir cuando vio a alguien parado en el jardín de su casa, esto solía suceder, casi a menudo uno que otro muggle solía perderse y terminaba parado frente a la mansión. La chica salió de su habitación en busca de su madre, sin embargo, no lograba encontrarla, a nadie, ¿Habrían salido sin avisar?. La platinada decidió no darle más vueltas al asunto así que ella se encaminó fuera de la casa, directo al jardín, la persona salía de los arbustos, o al menos eso parecía. Una sensación algo intranquila se instaló en su pecho, pero a la vez, sentía calma, era confuso.

— ¿Hola? — preguntó.

Sin embargo no obtuvo respuesta. Sacó su varita y murmurando <<Lumos>> siguió avanzando, la persona se acercaba cada vez más, ahora podía distinguir una figura femenina.

— ¿Hola? — volvió a preguntar, de nuevo sin éxito.

Detuvo su paso de manera brusca, delante de ella había una mujer de cabellos tan negros como la misma noche, su rostro le resultaba vagamente familiar, pero no podía ser, era imposible, porque jamás había visto a esa mujer en toda su vida. La chica delante de ella abrió los ojos, viéndose tan blancos como si no tuvieran alma. La sangre se le congeló, su pulso se elevó y su respiración se cortó.

El momento se acerca.

Giselle despertó sobresaltada, asustada, sudando y temblando, su madre estaba a su lado, Narcissa y Lucius Malfoy igual, hasta su abuelo estaba allí, las dos mujeres tenían una mirada llena de preocupación mientras que ambos hombres tenían su varita en mano, como si esperarán algo.

— ¿Qué sucedió? — preguntó la platinada.

Todos compartieron una mirada imposible de comprender. Su madre volvió su mirada hacia ella y acaricio sus cabellos, hasta que con una sonrisa en el rostro pronuncio.

Solo tuviste un mal sueño, vuelve a descansar.


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𝐷𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 - R.L.Where stories live. Discover now