Capítulo 1

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—Tengo algunas buenas noticias para ti, Nayeon —La Dra

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—Tengo algunas buenas noticias para ti, Nayeon —La Dra. Kang Seulgi sonrió radiante, aparentemente entusiasta por una razón desconocida para mí.

Era inusual de su parte llamarme a las seis y media de la mañana cuando todo lo que necesitaba era una dosis de cafeína y nada que ver con la mierda que había planeado decirme.

Estaba un poco indecisa de hacer mi pregunta. —¿Cuál es la buena noticia, doctora?

Las buenas noticias de Seulgi apenas se consideraban buenas estos días.

El otro día, la enfermera Jennie iba a recibir buenas noticias y, a continuación, la enviaron al ala de los niños y ahora apenas dormía. La última vez que la vi, Jennie era una enfermera robot en modo automático.

Me estremecí.

Los ojos de la joven doctora se arrugaron y ya odiaba las siguientes palabras que salían de su boca. —La Dra. Sunmi, como ya sabrá, todavía está en Japón para el seminario, pero ella y yo hablamos esta mañana y me pidió que les pasara esta noticia, ya que ella no estará aquí por una semana más.

—Por favor, no. Me asignó al ala de los niños.

Se rió y agitó su mano como si hubiera dicho la mejor broma del mundo. —Por supuesto que no, Nayeon. Eres una de las enfermeras más trabajadoras que tenemos, así que mantuvimos el mejor espacio que teníamos para ti. La Dra. Sunmi te está dando un ascenso. Serás transferida al ala C: la de los mentalmente insanos.

—¿Y? —presioné.

—Obtendrás un bono extra cada mes, horas extras bien pagadas y además todas tus asignaciones estarán cubiertas. —dijo todavía trabajando en esa sonrisa de plástico.

Esto era demasiado bueno para ser verdad.

Los milagros nunca ocurrían en mi caso.

Empujó un plato de galletas de chocolate hacia mí.

—Mi madre hace las mejores galletas. Toma.

Así de malo era.

Prácticamente tuvo que recurrir a sobornarme con deliciosas galletas.

Cuando traté de elegir una tercera, ella quitó el plato y lo colocó debajo de su mesa. Esa sonrisa estaba desapareciendo.

—Te asignarán a una sola paciente. Tendrás que hacer lo de siempre, darle el desayuno, el almuerzo y la cena. Hacer sus chequeos de rutina, asegurarse de que tome sus medicinas a tiempo y ayudar al médico a cargo.

—¿Ella? —pregunté—. ¿Cuántos años tiene?

Seulgi inspeccionó un archivo de manila azul, hojeó unas pocas páginas.

—Jeongyeon tendrá veintisiete el mes que viene.

—Corrígeme si me equivoco, ¿Quieres que cambie pañales todas las mañanas de una mujer loca de veintisiete años? No es de extrañar que obtenga este ascenso.

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