Ninguno de los dos se atrevía a pedir más, porque aquello era prácticamente imposible, Gojo pedía en silencio que Suguru no hiciera algo que lo forzará a actuar, y Geto obedecía en silencio.

—¿En que tanto piensas?— pregunto Geto llevando la erección de Satoru fuera de su boca, le acarició la mejilla en silencio y Suguru se sintió temblar bajo aquella mirada.

—En que es injusto que sea el único disfrutando aquí— le dijo levantándolo por las axilas, Geto no protestó y en su lugar se abrazó de los hombros del peliblanco y llevó su boca al cuello de este, besando y lamiendo cada extensión de este. —Te llevaré a la cama, cariño.

No protestó, en su lugar se dejó hacer deleitándose por las caricias que le brindaba Saturu a sus piernas y como apretaba su cintura para que no se resbalará. Estaban en un pequeño hotel en las costas de Japón, Satoru dijo que iría a Corea del sur para pasar unas pequeñas vacaciones en Jeju, pero en su lugar estaba ahí, disfrutando de la piel de su amante, deleitándose con los pequeños gemidos que abandonan sus labios cuando algo le encanta, su nombre siento susurrado por momentos donde la cordura lo abandona, se dijo que si alguna emergencia llegará o lo llamarán de emergencia, dejaría que el mundo se hiciera trizas y solamente por estar entre las piernas de su amado.

Tomó a Satoru por el cuello para atraerlo a un beso desordenado, donde sus lenguas se encontraban de por medio, succiones y chasquidos se escuchaban en la habitación, mientras Geto se frotaba contra el muslo de Gojo, sintiéndose soltar líquido preseminal por la constante estimulación. Satoru aprovechó el momento para comenzar a preparar a Geto, llevó su diestra hacía el sur y con un poco de ayuda de lubricante introdujo un dos dedos en la entrada del morocho, arrancándole un gemido que soltó al separarse de su boca.

—Joder ¿así de la nada?— soltó con el ceño fruncido, Gojo sonrió juguetón dándole un lenguetazo en los labios.

—Te tensas demasiado cuando te aviso— se justificó, y si Geto haría algún comentario este no llegó a salir de su boca pues los dos dedos en su interior hicieron presión en su próstata llevándolo a cerrar los ojos y morder el hombro del peliblanco.

Satoru llevó su boca a los ya erectos pezones de Geto, saboreando el sabor de estos con su lengua, dándole unos pequeños mordiscos alrededor para que toda la zona estuviera más sensible, Geto solo cerraba los ojos y dejaba hacerse, arqueando la espalda, abriendo la boca para soltar algunos gemidos nombrando al dueño de sus fantasías. Gojo estaba encantado, cada que probaba la piel o los besos de Geto parecía que estaba intoxicado y que el único tónico que podría salvarlo era hacer gemir a Satoru.

—Mierda, tienes que hacerlo ya o yo voy a ter...—las palabras fueron cortadas por la agilidad de Gojo que le dio la vuelta y lo puso sobre su estómago.

Su culo estaba en lo alto, su pecho y cara contra las almohadas, sintió como Gojo se colocaba detrás de él abriéndole las piernas para tener mejor acceso y el sentir como alineaba su miembro contra su entrada le cortó la respiración, dejó salir un gemido largo cuando lo sintió abrirse paso contra él. Arrugó las mantas con sus dedos y se sintió sofocado por todos lados.

Mierda, siempre se desacostumbra al tamaño de Gojo y cuando volvían a ver entonces su trasero sufría las consecuencias, pero joder valía la pena cada sacrificio, porque se acoplaba bien y cuando el dolor pasaba entonces comenzaba a sentir como su piel se erizaba, sus piernas se acalambraban y su garganta se secaba.

Le gusta, le gusta la forma en que siente las caderas de Satoru golpear contra su culo, sentir la respiración de Gojo entrecortada y los gemidos que suelta cuando siente que lo aprieta de más, le gusta Gojo, le encanta y por más que han luchado por dejar de verse, no pueden porque lo que ellos tienen nadie lo entendería, es todo más fuerte que ellos y la atracción que sienten el uno por el otro va más allá de algo físico, se aman, se complementan y nadie podrá entenderlo jamás.

La habitación se llena de chasquidos, golpeteos, gemidos y el ruido de sus bocas encontrándose para calmar aquel fuego que les quema por dentro, hace rato invirtieron posiciones donde ahora Suguru está encima de Gojo, lo monta mientras las manos de Gojo van directas a su cintura, pecho y culo, no sabe dónde ponerlas, es demasiado tener a su amado autofollandose encima suyo.

—Te ves tan lindo sobre mi — suelta Gojo retorciendo uno de los pezones de Geto, el pelinegro suelta un gemido.

—Satoru, yo- — pierde el hilo de lo que está diciendo porque Gojo levanta las caderas para dar una acertada penetración directa en su punto.

El calor burbujea en su vientre y se extiende por sus piernas, abre su boca para soltar un gemido pero, su voz no sale, sus caderas se sacuden de manera desesperada, hebras blancas salen de su pene manchando el pecho de Gojo y el propio, escucha a Satoru soltar un gruñido y lo tumba por sobre su espalda, sus piernas las lleva a sus hombros y da fuertes estocadas para buscar su propia liberación.

Solloza, mientras siente que la hipersensibilidad lo alcanza y su nueva erección comienza a crecer, siente como arremete contra él mientras lleva su diestra a su erección para que encuentre su segunda liberación de la noche, que presiente que no será la última. Sus gemidos son amortiguados por la boca de Gojo sobre la suya, mientras las embestidas siguen y siente que puede morir en ese momento.

El orgasmo los abraza de manera desaprevenida, Gojo termina dentro de él y Geto termina en la mano ajena, su respiración irregular al igual que la de Gojo es lo único que se escucha en la habitación, se siente demasiado sensible y sus articulaciones duelen, pero valió la pena. Gojo suelta una risita y le peina el cabello hacia atrás dándole besos en las mejillas y en la frente, mimándolo un poco para que se recupere.

—Me destrozaste completo — informa Geto con un puchero en los labios, Gojo le da un casto beso en el puchero.

— Pero ¿te gusto?— pregunta con esos ojos azules que le vuelven loco.

— Como siempre, me encanto.

— Eres un pervertido — le dice, Geto le saca la lengua — me tienes intoxicado, amor.

— Es el efecto que tengo sobre las personas — le guiña un ojo coqueto.

— Es el efecto que tengo sobre las personas — le guiña un ojo coqueto

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Intoxicado; SatoSuguWhere stories live. Discover now