CΛPÍTULO 19

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Atenas despertó aquel día envuelta en una atmósfera de celebración y júbilo

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Atenas despertó aquel día envuelta en una atmósfera de celebración y júbilo. Desde que el alba comenzara a despuntar en el horizonte, miles de ciudadanos ya se ataviaban con sus vestidos más coloridos y sus joyas más brillantes para asistir al desfile que recorrería la ciudad en homenaje a la diosa Atenea, su protectora y patrona.

Antipatros y Xanthippe caminaban entre la multitud que comenzaba a apiñarse a ambos lados de la Vía Panatenaica cogidos del brazo.

—Está muy concurrido —se quejó Antipatros mientras buscaba un buen lugar desde el que disfrutar del espectáculo—. No se ve nada entre tanta gente.

—¿Y cómo pensabas que estaría? —preguntó Xanthippe con ironía—. Es el primer día de las fiestas. Todo el mundo quiere ver el desfile.

—Lo sé, lo sé —admitió Antipatros con resignación—. Pero creía que a estas horas no habría tanta gente.

—Tendríamos que haber salido antes de casa. Seguramente nos tocará contemplar el desfile desde el final, y con mi estatura apenas podré ver sobre las cabezas de los demás.

—Te dije que te pusieras las sandalias con tacón que te regalé. Así no tendrías dificultades para ver.

—¿Crees que podría aguantar tanto tiempo de pie usando eso? —se quejó Xanthippe con aspereza—. Me harían rozaduras y ampollas.

Antipatros se detuvo abruptamente, obligándola a su esposa a hacer lo mismo.

—¿Se puede saber qué te ocurre?

—¿A mí? Nada —respondió ella, evitando mirarle a los ojos.

—No mientas —insistió Antipatros—. Desde hace días me tratas con frialdad y desdén.

—Eso no es cierto —replicó ella con voz entrecortada, mientras sentía un nudo en la garganta que le impedía respirar.

—Sí, sí que lo es. Cada vez que te hablo o intento acercarme a ti, me respondes con palabras llenas de molestia y te alejas —insistió su esposo. Xanthippe apartó la mirada y siguió su camino sin esperar a su esposo—. ¿Es por lo que ocurrió la noche que regresé de casa de Ateneo? —preguntó Antipatros, alcanzándola con paso apresurado. Xanthippe se mordió el labio y guardó silencio—. Ya te pedí perdón por ello.

—Darme un beso furtivo junto con un simple «perdóname» y dejarme las frutas más dulces para el desayuno no me parece una disculpa adecuada —replicó ella.

—¿Qué quieres que haga entonces? ¿Que me postre ante tí y te suplique misericordia mientras beso tus pies? —preguntó él elevando la voz.

—No. Lo que quiero es que cambies tu actitud. Ya no eres un jovenzuelo, Antipatros. No está bien que cada vez que te reunes con tus amigos te embriagues hasta casi perder el sentido —respondió ella, bajando la voz y mirando a su alrededor. No quería llamar la atención de los transeúntes.

LA FORMA DEL VIENTO {En proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora