ℑ𝔫 𝔗𝔥𝔢 𝔖𝔱𝔦𝔩𝔩 𝔒𝔣 𝔗𝔥𝔢 𝔑𝔦𝔤𝔥𝔱

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Las antiguas bisagras de la puerta sonaron al abrirse paso a la amplia biblioteca que recibió a Copia con aquel agradable y distintivo aroma a papel y cuero que recubría muchos de los libros. Un pequeño roedor de pelaje grisáceo corrió de un extremo a otro para ocultarse de él y Copia sonrió, pensando en la similitud que a veces llegaba a compartir con las ratas. Él, al igual que ellas, también era muy adepto a escabullirse de todos aquellos cuya atención no quería sobre él; más específicamente de Papa Nihil y la Hermana Imperator.

— Debe estar por aquí —, musitó para sí mismo, buscando entre los grandes libreros aquellos ejemplares de botánica que Primo le había pedido para el cuidado del jardín y su gran variedad de flores.

Al ser el único que visitaba constantemente la biblioteca más allá de lo obligatorio para su estudio, Copia conocía la mayoría de textos que se albergaban en aquel lugar, y fue gracias a ello que no tardó mucho en encontrar ese nivel en el que se encontraba lo que estaba buscando. Arrastró la escalera corrediza hasta el centro del librero y escaló lo suficiente para tener frente a él la gran enciclopedia de libros, entre los que buscó aquel cuya portada era adornada por una hermosa y colorida fucsia.

Mientras extraía cada uno de los gruesos libros para corroborar su imagen, un par de risas audiblemente indiscretas atrajeron su atención desde el exterior. Frunció el ceño y guió la mirada hacia la ventana a su costado, a través de la que pudo ver a aquel grupo de hermanas del pecado que se regocijaban con la compañía del menor de los hijos de Nihil.

Aunque contaba únicamente con la visión de un solo ojo debido al parche que la hermana Imperator le obligaba a usar, Copia fue perfectamente capaz de ver las interacciones entre Terzo y las jóvenes hermanas. La forma en que cada una de ellas reaccionaba a su presencia bañada en encanto y carisma, sus palabras o sus ademanes, era simplemente increíble.

Nihil fue el primero en celebrar el encanto natural con el que su hijo menor había nacido. Primo y Secondo tenían su popularidad entre las hermanas del pecado y los fieles seguidores del Clero, pero Terzo era quien prometía convertirse en algunos años en aquel que haría que Ghost llegase al alcance que tanto se esperaba en el monasterio.

Copia no podía culpar al mismo Papa por sentir tal orgullo. No era un secreto para nadie que Terzo, a sus diecinueve años, le había robado ya el corazón y, dicho sea de paso, el aliento a más de unos cuantos. Aquel pensamiento, aunado a los sutiles toques, ademanes y sonrisas que Terzo obsequiaba a cada hermana por igual, hicieron que algo en el interior de Copia se contrajera.

El intencionado toque recíproco por parte de una de las hermanas fue lo último que Copia necesitó para apartar la mirada. Su búsqueda anteriormente tranquila se tornó en una tosca y descuidada, sin importarle dejar libros fuera de su lugar o desordenados. De no ser porque había prometido a Primo que le llevaría aquel libro, habría mandado al demonio aquella tontería para marcharse a su habitación por el resto del tiempo libre del que disponía. Sin embargo, y para su alivio, dio por fin con el libro que buscaba.

La belleza de la fucsia en la portada del libro pareció tranquilizarlo, pero también trajo consigo las palabras que la hermana Imperator tanto se empeñaba en repetirle. Como la mano derecha de Papa Nihil y la líder directa del Clero, la Hermana Imperator secundaba la opinión de todos respecto a las expectativas cumplidas por parte de Terzo, pero también se empeñaba en hacerle saber a Copia que la actitud de éste se convertiría tarde o temprano en lo que lo arruinaría.

No conforme con aquel terrible presagio, Imperator siempre buscaba el momento para reprenderlo por su cercanía con Terzo, fuese cual fuese el motivo y ensordeciéndose ante el deseo de Copia por algún día llegar a ser lo que ella era para Nihil cuando Terzo ascendiera a Papa y líder de Ghost. En aquel momento, con las risas de las hermanas del pecado aún sonando en el exterior y aquella sensación sofocante en su pecho, Copia decidió que quizá la Hermana Imperator tenía razón y era mejor mantenerse lejos de Terzo y olvidar esa tonta ilusión.

In The Still Of The NightWhere stories live. Discover now