Una cabellera rubia asoma por el pasillo.

- ¡Ale! - dice gritando, y sale corriendo hacia ella, tirándose encima.

- Paula no grites porfavor, esta la mamá durmiendo - le pido, pero no puedo aguantar una sonrisa al ver a las dos.

Ale la ha cogido en el aire y la tiene abrazada a su espalda mientras me mira sonriendo.

Otra cabeza asoma por el pasillo.

- Buenos días niñas - saluda mi madre - ¡Ale, que sorpresa! - dice, y camina hacia Ale para darle un abrazo.

- Buenos días Antonia, ¿que tal? - pregunta ella.

No puedo evitar pensar como se lleva tan bien con mi familia. Siempre he querido eso, una persona que se llevara bien con mis seres queridos, y Alec nunca lo consiguió. No ponía de su parte.

Un capullo integral.

- Yo bien, a llevarme a la niña a dormir, que es muy pronto, vosotras os vais ahora enseguida, ¿no? - pregunta ella.

- En veinte minutos - resopondo y ella asiente.

- Llámame cuando llegues, ¿vale? - me dice ellam y yo asiento.

Coge a paula y mira a Ale.

- Encantada de verte Ale - comenta, y Ale sonríe.

- Lo mismo digo, Antonia - dice, y mi madre y mi hermano se van a las habitaciones.

Me pongo detrás de la isla, enfrente de Ale, y la miro a los ojos.

Ella sonríe y sube y baja las cejas.

Río gracias a su tontería.

- ¿Has desayunado? - le pregunto, y ella niega - ¿Que quieres? - le digo, mientras abro la nevera.

- Mujer, si es lo que yo quiero... - me dice, con una sonrisa pícara.

- Alejandra - río.

- En otro momento será - suelta ella, simulando hacerse la triste.

- ¿Tostadas? - pregunto, y ella asiente.

Le preparo unas tostadas de mantequilla bajo su atenta mirada.

- ¿Y que tal? - pregunta Ale.

- Con emoción de irnos, ¿y tu? - le respondo mientras le entrego el plato y me siento a su lado.

- Gracias - me agradece - tengo ganas de jugar - comenta ella - aunque estoy nerviosa por si os fallo en un partido - dice.

- Seguro que lo haces genial, vas a ser la mejor líbero, te lo digo yo - le sonrío. Ella me mira y se acerca para dejarme un beso en mi mejilla.

Desayunamos en silencio, y cuanto terminamos, Ale recoge los platos mientras yo me lavo los dientes.

Viene el baño, porque ella ya tiene su propio cepillo de dientes en mi casa, y se los lava también.

Mientras yo me peino, ella se deshace las trenzas que llevaba, y el pelo le queda con unas ondas perfectas.

- ¿Y esas ondas? - le pregunto yo sonriendo.

- Quiero llegar bien divina - dice, ríendo, y se coloca su pelo a capas para que caiga bien.

- ¿Lo vas a llevar suelto? - le pregunto.

- A medias, señorita - me responde, y me quita el peine de las manos, yo me quejo, pero ella me calla poniendome un dedo en la boca haciendo la señal de silencio.

Se recoge la parte de arriba del pelo, haciendose un "half-up half-down" que le queda de puta madre.

Se gira para darme el peine, y me encuentra mirándola embobada.

un encuentro inesperadoWhere stories live. Discover now