—¿Y  dónde iras?

—Por ahí.

—¿Por ahí? ¿Dónde es por ahí?

—Te diré si vienes.—Dice esta vez frenando su caminata y dándose la vuelta.

Freno rápido, casi chocándome con su pecho. Pero gracias a unos centímetros no lo hice.

El plan de Mattheo sonaba bien. Escaparse del castigo, ir “por ahí” y volver antes de que Snape volviera y se diera cuenta de que nos habíamos ido.

En mi cabeza sonaba bien. No pensé mucho en consecuencias que podría generar. Después de todo, si no lo hacía, tenía que quedarme media hora más en ese cuarto, sin hacer nada. Completamente sola.

La voz de Mattheo se escuchaba confiada, como si supiera lo que está haciendo y que tenía todo bajo control. Tal vez no debía confiar tanto en él. ¿Pero por qué siento que sí?

Una parte de mi cabeza dice: No, no lo hagas ¿Estás loca? Es un completo desconocido.

Pero otra dice: hazlo, qué más da.

—Bien, iré contigo.—observo esos ojos  cafés centrados en mí.— ¡Pero si nos descubren, no dudaré en echarte la culpa!

—Aceptaré todo cargo de responsabilidad, señorita Potter.—Bromea fingiendo seriedad en su cara.

—Por en empezar, no me llames señorita
Potter.

—Está bien, señorita Potter. ¿Nos vamos ya? Snape llegará dentro de media hora.

***

Mattheo iba adelante, en primer lugar por qué si veía algún profesor me avisaría con una señal  y no se ¿Se supone que tenía que salir corriendo? No entendí muy bien esa parte del plan.

Y en segundo lugar, por  que él sabía el lugar donde estábamos yendo. Según el “por ahí”.

—¿Y a dónde vamos?—Pregunte, caminando ahora sí a su lado.

—A la torre de astronomía.

Oh, se ve que le gusto ese lugar. Mejor dicho ¿Cómo no podría? Siempre diré que es unos de los mejores sitios de Hogwarts.

—Genial.—Solté, sin protestar por el sitio.

Desde que tuve mi encuentro “suicida” con él no volví a ir. Esta primera semana había estado muy ocupada, las clases habían empezado y con una rapidez muy grande, tanto que mi cerebro no daba para tanto.

Por suerte Hermione, es como mi profesora personal. Siempre que no entiendo algún tema, ella está presente para explicármelo o darme un apunte que tomo en clase. A veces sin que se lo pida. 

El resto del camino fue  silencioso y algo rápido. Pasamos por los pasillos, básicamente vacíos, con muy pocas personas. Hasta ahora y gracias a dios todos estudiantes. En esas horas es como si nadie anduviera. Casi todos están en sus cuartos, y los profesores suelen tomarse un descanso o ir a sus oficinas.

Llegamos a la torre en cuestión de minutos. Subimos las escaleras y al llegar a la parte más alta se podía ver un hermoso cielo con nubes que literalmente parecían algodón de azúcar.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Där berättelser lever. Upptäck nu