Desde Agosto

112 3 0
                                    

Desde Agosto (Nueva Versión


Desde agosto de hace tres años sentí cosas por él.

Él era un chico nuevo y yo una chica que llegaba tarde a todos lados. Lo encontré en una de mis llegadas tardías y él estaba perdido.

Le pregunté a qué clase iba y por coincidencia iba en la mía, así que le indiqué por donde era el camino y nos hicimos amigos con el tiempo.

Con el tiempo nuestros amigos empezaron a notar cierta tensión entre nosotros, cierta tensión que yo no tenía ni idea que existía.

Al parecer él gustaba de mí. El primer año él gustaba de mí y yo no le correspondía ya que yo sentía mariposas por alguien más que claramente no era él.

En agosto del año siguiente empezamos a ser más cercanos y yo empecé a sentir ciertos escalofríos cada vez que me rozaba, pero escalofríos en el buen sentido. Empecé a sentir cosas por él, pero esa vez era todo diferente.

Esa vez había algo en el medio o mejor dicho alguien. Mi mejor amiga.

Le presenté a mi mejor amiga y desde el primer momento me di cuenta de que la miraba de una manera muy distinta, de la manera que quería que me mirara a mí.

En ese momento no sentía nada por él, así que solo fruncí el ceño y me encogí de hombros ya que no me correspondía opinar sobre sus sentimientos.

Veía como miraba a mi mejor amiga, como le brillaban los ojos, como sonreía por cada mínima acción de ella. Si él supiera que ya no lo veía como el chico nuevo que conocí, sino que lo miraba como él miraba a mi mejor amiga.

Quería que se dé cuenta que ya no lo veía como mi mejor amigo, que en ese momento lo veía como algo más. Pero obviamente no me atreví a decirle ni confesarle mis sentimientos ya que podía arruinar el único lazo que nos unía que era la amistad que manteníamos.

Preferí apagar mis sentimientos y guardarlos en una caja fuerte para no perder a alguien que en serio quería. No podía arriesgarme a perder su amistad, a perderlo a él.

Mi amiga, él y yo nos hicimos un trio inseparable. Aún seguía ocultando mis sentimientos hacia él.

Hasta que en agosto de ese mismo año una fuente segura me confirmo que él sentía lo mismo que yo. Yo soy una chica muy impulsiva así que me dirigí hacia él y le pregunté yo misma si él sentía lo mismo que yo.

Y para mi suerte o desgracia dijo que sí.

En ese momento no podía sentirme más feliz, daba hasta saltos de felicidad como una nena de dos años.

En ese momento borré mis recuerdos, mis pensamientos, mis ilusiones de él, ya que sentía algo por ella.

Pero ojo de loca nunca se equivoca ¿no?

Antes sonreía cada vez que se iluminaba mi pantalla y aparecía un mensaje suyo, dormía en paz cada vez que me decía buenas noches o dormíamos en llamada, todo era increíble las primeras semanas, pero poco después ya no se sintió tan así.

Antes sonreía cada vez que me decía: "buenos días, mi niña", luego empecé a bostezar esperando su mensaje.

Las peleas empezaron a aparecer, mis inseguridades, celos y toxicidad también.

Me pidió disculpas y como yo estaba estúpidamente enamorada de él se las acepté.

Y como una boluda fui perdonando sus errores cuando claramente ni siquiera debería seguir estando con él

Esperaba su mensaje como una tarada, no podía creer y volví a caer.

Parecía que lo de nosotros iba funcionando, que él iba a sanar las heridas del pasado. Del imbécil que me provocaba mariposas del pasado.

Pensé que era diferente, pero al solo pasar unos meses él cambió, cambió como todos. Supuestamente todos tenemos cambiar, claro, para mejor no para peor. Tal vez solo cambió para peor conmigo, tal vez ya no le interesaba, tal vez hasta ya ni siquiera me quería en su vida. Pero no tengo ni idea, no la tuve y seguro nunca la tendré.

Me llegó la noticia de irme de aquel colegio. Me di cuenta que lo perdía, no lo veía como un objeto, claro, pero sentía que lo perdía.

Seguíamos con nuestra extraña y toxica relación a distancia hasta que me llegó la noticia que me rompió en miles de pedazos distintos.

El imbécil de cuarta había estado con mi amiga mientras manteníamos nuestra relación. Nunca supe a quién odiar más, si a mi amiga quien sabía todos los cortos circuitos que causaba él en mí, o él por meterse con ella.

No pude evitarlo y salí de aquel lugar feo donde me quedé encerrada por una ilusión amorosa. O un bobo que lo único que hacía era mantenerme atada a él.

El tercer año, agosto. Ya no estaba tan destruida, ni triste. De hecho, conocí a alguien, alguien que no me causaba mariposas ni escalofríos. Alguien que me hacía sentir confusa, pero a la vez segura. No sé si eso es bueno, pero al menos no se metió con mi amiga. Aún.

Esta persona me causa de todo con solo mirarme los ojos, con sus ojos y su sonrisa estúpidamente arrogante. Este alguien me hace sonreír hasta solo escuchando o pensando su nombre.

Él y ella tiempo después volvieron a mi vida, justo cuando estaba tan bien, justo cuando los había superado. Pero esta vez no caí. Esta vez no los perdone y me quede en ese infierno. Esta vez los perdoné, pero no volví acercarme a ellos por mi bien.

Ellos dos se alejaron al entender mis indirectas muy directas de que quería que no participen en mi vida actual.

Actualmente sé que él sigue siendo el mismo inmaduro con el que estuve, de ella no sé nada.

¿Y el chico que conocí?, esa historia aún está en proceso, no pienso dar el primer paso esta vez.

No soy de creer en los finales felices y dudo que este sea uno, pero al menos me alejé de aquellas personas que solo me dan con la espada contra mi espalda y conocí a nuevas que me dan abrazos por la espalda.


S.C

06-23

Dejando que escape mi verdadWhere stories live. Discover now