Capítulo 15: Cena De Familia

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—Si fuera por mí no iría —aseguro, solo voy porque tengo que arreglar el tema del conservatorio.

—Entonces, ¿por qué vas? —cuestiona extrañado.

—¿Prefieres la explicación larga o la explicación corta?

—La larga, me gusta oírte hablar.

Incluso en un momento serio se las apaña para decirme algo bonito.

—Te conté lo de mis hermanos, ¿verdad? —empiezo y Aike asiente. —Resulta que hace unas semanas cuando volví al conservatorio me encontré con que mis padres habían dejado de pagarlo, por lo que ya no puedo seguir yendo. Al llegar a casa Erik me obligo a llamarles, y me enteré de que habían dejado de pagarlo para pagarles la universidad a mis hermanos. Mi madre me dijo que fuera a casa por Navidad para hablarlo.

Aike me mira mientras procesa toda la información, parece que estuviera pensando en algo a toda prisa. Me permito apreciar todos los detalles de su rostro, y por un momento consigo olvidarme de todo lo que me atormenta y centrarme solo y únicamente en la expresión de Aike.

—Puedo ir contigo —dice de repente sacándome de mis pensamientos —a la cena con tus padres —aclara al ver que no le seguía.

—No creo que les haga mucha gracia... —murmura.

—Tú irías más tranquila —asegura.

—Ya, pero y si te dicen algo, yo no…

—Daira, deja de pensar en ellos y céntrate en lo que tú quieras.

—¡Es que no es lo que yo quiera, es su casa Aike, no puedo llevar a alguien porque sí! —no sé porque le grito, ahora me siento mal, pero es que es verdad, es la casa de mis padres, y por mucho que yo quiera llevarle no puedo presentarme ahí con mi novio como si nada.

Lo de “mi novio” ha sonado muy bien.

—¿Y si les avisas? —propone con la esperanza todavía brillándole en los ojos.

De primeras miro a Aike como diciendo “¿en serio?”, sin embargo, luego le doy una vuelta a lo que acaba de decir y me doy cuenta de que no es tan mala idea.

—Sabes que, aunque vengas conmigo no significa que la velada vaya a ir sobre ruedas ¿verdad? —le digo y Aike sonríe al ver que empiezo a ceder.

—Lo sé.

—¿Por qué insistes tanto en ir? —pregunto con curiosidad.

—No quiero que estés incomoda —aclara.

—Son mis padres y mi casa, no estaré incomoda —aseguro. Aunque sea verdad lo que acabo de decir Aike, también lleva parte de razón, a lo mejor no estaré incómoda por el lugar, sino por cómo me tratan.

—Sabes a lo que me refiero.

Claro que él lo sabe, y me parece un gesto precioso.

—Aike, quiero que vengas conmigo, pero no estoy segura si es una buena idea —confieso mirándolo con duda.

—¿Y si dejas de darle vueltas a lo que pueda pasar y te centras en avisarles? —sugiere con tal convicción que logra contagiármela un poco, aunque no toda.

  —Y si nos dicen algo, o si…

—Daira —me interrumpe Aike, yo levanto la cabeza para mirarle a los ojos — sé que es un tema delicado para ti, pero tienes que dejar de pensar en todo lo malo y centrarte también en lo bueno. ¿Qué pasa si no nos dicen nada y cenamos como una familia normal?

El atardecer que nunca vimos (Borrador)  (En pausa) Where stories live. Discover now