Miro los alrededores, el lugar no estaba tan poblado como el pueblo anterior, solo se veían unas cuantas personas de edad avanzada caminando por las calles. Una que otra entrando y saliendo de las tiendas y panaderías de los alrededores.

Observo los edificios, en comparación con aquel pueblo en el que estábamos estos se veían algo viejos y descuidados, pero no tanto para que el lugar se viera mal. Las casas eran de madera, pintadas de colores llamativos. Flores de muchos colores frente a ellas, en los jardines.

—¿Dónde está la casa de tus padres? —Le pregunto a la chica. Ella señala con el rostro más adelante.

—Pasando esta área a la izquierda. —Veo como la calle se dividía adelante. —Ya casi llegamos. —Sonríe.

—¿ñNo crees que les estará raro que estemos todos llenos de lodo seco? —Bufo. Ella suelta una risita.

—Ya nos inventaremos algo, pero... —Alza su dedo índice al aire. —Hay que decirle todo menos la verdad. —Yo asiento.

Tras girar a la izquierda en el desvío, Clara y yo caminamos por unos dos minutos más hasta que noto como ésta se detiene frente a una casa pequeña de color rosado claro y un jardín de rosas blancas frente a ella.

—Es aquí, Heron. —Murmura viendo la vivienda. Percibo como sus ojos se cristalizan al estar frente a la casa de sus padres.

—Bueno, entonces adelante. —Extiendo mi mano y la incito a entrar. Ella me da una mirada que denota nerviosismo entretanto asiente y toma una bocanada de aire.

Me quedo en el mismo lugar viendo como la chica se adentraba a aquel pequeño balcón. Ésta claramente nerviosa. Esto era algo que ella debía hacer por sí sola, algo familiar, por lo que prefería darle su espacio y que viviera esa experiencia... ese encuentro, por ella misma.

Observo como Clara extiende su mano para tocar a la puerta, pero antes de que lo hiciera veo como ella me mira por sobre su hombro. Yo asiento con una sonrisa en los labios, como queriéndole decir que lo hiciera.

La mano de Clara toca la puerta y comienza a jugar nerviosamente con los dedos de sus manos. En menos de un minuto la puerta se abre y un hombre de edad avanzada sale tras de ella.

—Hola papá. —Dice la chica con la voz entrecortada. Los ojos del hombre se abren como dos lunas llenas; éste viéndola de arriba a abajo... sorprendido. Tras algunos instantes él se le abalanza encima y la braza.

—¡Clara, hija mía! ¿Dónde habías estado? —Pone sus manos en los hombros de la chica y la aleja de su cuerpo solo un poco. Sus ojos recorriéndola de arriba a abajo sin cesar.

—Creo que una larga historia, papá. —Clara posa su mano sobre la mejilla de su padre, él asiente.

—Entonces imagino que también la historia de porqué andas llena de lodo de pies a cabeza es una larga. —El anciano coloca su mano sobre la de su hija, la cual aún seguía en el rostro de éste. Clara suelta un risita.

—Sí papá, también es una larga. —Asiente. —Papá , quiero presentarte a alguien. —Clara se gira parcialmente y me mira; el padre me observa desde la lejanía.

Clara me llama con la mano. Por lo que yo, con mis manos metidas en los bolsillos delanteros de mi pantalón, comienzo a caminar en su dirección. Una vez cerca de ellos, me paro a un lado de Clara.

—Papá, él es Heron. Él me ayudó a venir. —Saco la mano del bolsillo y la extiendo hacia él.

—Un placer. —Digo, el hombre la extiende también y me saluda.

Heron Wolfrahan ©Where stories live. Discover now