Bajo Otro Cielo Azul - Parte 2

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Los niños se atrincheraron en el templo antes de que los aposentos quedaran cundidos de nieve y ramas. Los proyectiles naturales golpeaban las puertas y las paredes, haciendo que se concentraran en otra cosa para no pensar lo peor, como el hecho de lo familiares que se veían los otros seis que se protegían del enfadado clima, así hasta que la tormenta comenzó a amainar. El tiempo mismo parecía no saber si aquello duró un minuto o varios. El silencio de los vientos mansos había regresado y ya podían salir de la polvosa casona ceremonial.


– Ya pasó, ¿verdad? Ya no hacen ruido las ventanas ni el techo. ¿Están todos bien? – Preguntó Taichi por todos a la vez con la confianza de que nadie se ahorraría detalles.


Dos sorpresas los recibieron. Invierno por doquier, desencadenado teorías, pero pensaron Mimi y Takeru que en ese momento más importante era llenarse las manos de suave nieve. Conversar respecto a este asunto distrajo a los otros cinco durante un corto minuto antes de que Koushiro alzara la mirada.


– Oigan todos, son las luces del norte. Cayó mucha nieve y ahora hay auroras, también. Fascinante – Avisó a los otros a revisar el cielo cubierto de auroras que se arremolinaban.


Mimi y Takeru ignoraron la nieve y se quedaron mirando las luces boreales fascinados, enamorándose de ellas. El hermano menor de Yamato le preguntó a la joven qué eran esas cortinas celestiales y qué las causaban, tratando ella de explicar lo mejor posible, recalcando lo afortunados que eran por poder ver un evento así en esa estación y perdiendo el hilo de su respuesta de cuando en cuando al tratar de darle una explicación coherente al cómo era posible verlas a esa hora, en esa estación y en ese lugar.


Los siete niños estaban embelesados con el colorido espectáculo. Ni la televisión, el cine, la computadora o los juegos de video se podía comparar con un despliegue natural como ese. Aun así, esa era la menor de las sorpresas. La más grande se aproximaba cayendo en forma de partículas luminosas entre los colores y los telones verde-azules en el cielo.


– Oigan, ¿qué es eso? Pensé que eran estrellas, pero creo que se están aproximando, ¿qué más podría pasar? – Preguntaba Jou, perdiendo la calma y también la poca tolerancia a tanto misterio. Se sentía en una película de ciencia ficción.


Cometas en miniatura equipados con circuitos, una pantalla, botones y funciones que les permitía localizarse entre sí y expulsar energía lumínica sin necesidad de cargarse. Al darse cuenta de la velocidad vertiginosa de los proyectiles, Taichi y Sora advirtieron a los otros y les dieron la orden de alejarse corriendo del sitio de colisión, pero no supieron diferenciar la velocidad de un balón de la de un cuerpo celeste encendido, por lo que todos se vieron asustados tratando de protegerse de ellos y de la nieve que salió disparada por los impactos meteóricos.


Alaridos de susto se escapaban, más a Mimi, quien trataba de esconderse bajo su sombrero de verano rosa, a Jou, por lo incapaz que siempre había sido de manejar el pánico y a Takeru que buscó refugio en brazos de su hermano. Fuera de toda lógica probable, ninguno de los meteoritos de bolsillo impactó con ninguno de los menores, es que ni siquiera los rozaron. Contra todo pronóstico, todos estaban sanos y salvos. Izumi y Kido estaban aliviados, pero extrañados.


– Chicos, chicas, ¿cómo se encuentran, están bien? ¿Tienen algún dolor? Díganme por favor si tienen alguna herida o dolor, mis papás son médicos - Kido fue quien tomó la iniciativa para preguntarle a todos por su bienestar y dónde revisarse para descartar heridas no visibles.

Digimon Adventure.5Where stories live. Discover now