CΛPÍTULO 14

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Tras soltar un último gemido de placer, ambos se desplomaron sobre el lecho, jadeantes y empapados en sudor

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Tras soltar un último gemido de placer, ambos se desplomaron sobre el lecho, jadeantes y empapados en sudor. Se miraron a los ojos con sonrisas de satisfacción y agotamiento. Nikias abrió sus brazos en un gesto silencioso y ella se acurrucó entre ellos, siguiendo la costumbre que habían iniciado hacía casi una década. Al apoyar su cabeza sobre el pecho de él, sintió el latido de su corazón y el calor de su piel. Nikias besó sus cabellos rojizos y revueltos con ternura y Aspasia suspiró, dichosa.

—Te he echado tanto de menos, Nikias —le susurró ella—. No puedes imaginar cuánto.

—Creo que sí puedo —respondió él con una risa suave.

Ella alzó su rostro y lo contempló con una mirada intensa.

—No hablo solo de la pasión que nos une —dijo—, sino también de ti, de tu esencia. Eres el único hombre con el que puedo dialogar de igual a igual en esta
polis tan cerrada y aburrida —suspiró con dramatismo.

—Lo sé —le respondió él acomodándose sobre los almohadones—. Yo también he añorado conversar contigo. Eres la única que entiende mis inquietudes y reflexiones.

—No creo que eso sea cierto —replicó Aspasia mientras deslizaba sus pálidos dedos por la piel de su pecho, trazando arabescos invisibles con la punta de sus uñas—. Seguro que en esas lejanas tierras que has visitado debes haber encontrado mujeres lo suficientemente fascinantes como para atraer tu atención.

—He conocido a algunas, pero ninguna se puede comparar contigo —le aseguró él con sinceridad.

—Eso es porque aún no ha llegado a tu vida la persona que haga que tu corazón se agite y tu mente se vuelva un caos de pensamientos irracionales.

—¿Lo dices por experiencia?

—Quizá...

—Dudo que eso que dices suceda algún día —se lamentó Nikias—. Me gustaría hallar a ese ser especial que complete mi existencia, pero tendría que poseer una mente libre y curiosa, y compartir mi amor por el conocimiento y el saber. De no ser así, sería una relación insufrible...

—Lo que exiges es inexistente —reconoció ella—. La sociedad engendra mujeres dóciles y sin criterio ni opinión propia, dispuestas a obedecer sin cuestionar nada.

—Es por eso que me gusta estar contigo, Aspasia. Eres la única que comprende los secretos de mi alma.

—Eres tan halagador... —canturreó la mujer acariciando su mentón cincelado.

—Podrías ser una buena esposa —le propuso él, mirándola a los ojos con ternura—. Al menos, para mí lo serías.

Ella apartó la mirada, sintiéndose turbada y halagada al mismo tiempo. Desde hacía varios meses, el joven le había dedicado insinuaciones de ese tipo, llenas de ternura y admiración. Era bien sabido por todos que el vástago menor de Antipatros de Atenas estaba cercano a la edad de desposarse y muchos eran los que comentaban al respecto, especulando sobre las futuras alianzas que podrían realizarse. Nikias era un joven apasionado, sensible y con un corazón de oro, cualidades que lo hacían el amante y el compañero de vida perfectos, una opinión que ella misma guardaba para sí. A ambos los unía una gran amistad, una que nació cuando el muchacho tenía apenas dieciséis años.

LA FORMA DEL VIENTO {En proceso}Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang