Prólogo

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Oscura noche en Inglaterra, la carretera está llena de charcos por las recientes lluvias y parece que el bosque absorbe las luces del taxi.

Estoy escribiendo como hago habitualmente, es necesario para mí escribir sobre mis sentimientos, pues así puedo expresarme. En este caso expreso el temor, la adrenalina y la incertidumbre que me crea estar dirigiéndome hacia la casa de los Heelshire, gran mansión rodeada de misterio y historias que desconozco.

La verdad no soy una persona muy curiosa, puedo vivir perfectamente con la duda de qué pasó en esa casa.

-Señorita- dijo el taxista mirándome desde el retrovisor- ¿usted está segura de que quiere ir a la mansión de los Heelshire? ¿Acaso desconoce las historias de asesinatos que rodean a esa casa?

-Historias son historias- digo sin levantar la vista de mi libreta- si realmente encuentro algo de lo que preocuparme en esa casa, no dude en que saldré corriendo.

-El pueblo está a dos horas de allí, además de que la gente se vuelve loca en esa mansión. Hubo una mujer que mató a su exnovio y hirió de gravedad al repartidor de comida, y todo con la excusa de que no fue ella, sino el hijo muerto de la familia Heelshire, Brahms.

-¿Y cómo se supone que me voy a creer eso?- digo empezando a resentirme.

-¿No vió las noticias? Pasó hace menos de tres meses, esa mansión va a hacer que pierda la cordura señorita.

-Vuelvo a repetir, si hay algo de lo que deba preocuparme, no dudaré en irme. Ahora que está todo hablado, ¿Le importaría dejarme escribir en paz?

El taxista deja de mirar por el retrovisor para enfocarse en la carretera, aunque un poco resentido y preocupado por mis respuestas. Sé que si pasara algo grave estaría casi muerta, pero la verdad no creo en las habladurías de la gente. ¿Cómo una casa te puede volver loca? No tiene ningún sentido.

El taxi llega a unas puertas grandes y oxidadas, estaban ornamentadas con flores de metal formando curvas sinuosas.

-Ya llegamos a nuestro destino- dice el taxista mirando hacia atrás manteniendo su mano en el aire pidiéndome indirectamente el dinero por su servicio.

-Gracias- digo secamente ofreciéndole las treinta libras del transporte.

Salgo del taxi e inmediatamente el señor da media vuelta para irse. No sabía si era porque mi presencia le molestaba o porque no quería estar cerca de esa mansión supuestamente embrujada.

Abro las puertas y me dirijo hacia la gran mansión, se ve tan lejana, el jardín era extenso, lleno de malas hierbas que crecían hasta mis hombros. Yo seguía un camino de piedras mohosas, parecía como un cuento de hadas, pero como era por la noche todo tenía un aire macabro que honestamente me atraía más hacia la enorme mansión.

Llego hasta la puerta para abrirla con dificultad.

-¿Entonces está será mi casa por unos meses verdad?-miro alrededor asombrada- bueno podría estar peor, para ser una ocupa no tengo por qué quejarme.

Me dedico a habitar casas abandonadas, no tengo sitio fijo para dormir, en cuanto oigo que hay una casa sin dueños en buen estado no dudo en venir a proclamarla y con esta parece que me tocó la lotería. Mi trabajo no da para comprarme una casa, lamentablemente haber estudiado artes fue mi tumba, pero por lo menos cobro para poder comer.

Abro la primera puerta, un gran salón con sillones antiguos y grandes estanterías que llegaban hasta el alto techo decoradas con lo que parecían millones de libros, la habitación contaba con una gran chimenea que por suerte tenía leña.

-Joder que suerte tengo, sentía como se me iban a caer los dedos a cachos con este frío.

Enciendo la chimenea y acerco un sofá para encararla. Al acostarme, siento como inevitablemente se cierran mis ojos, no quería dormirme pues tenía que comprobar que no había nadie más en la casa, pero me resultó imposible pues a los pocos segundos de pensar en eso caí en el dulce abrazo de Morfeo.

Fría Porcelana (Brahms Heelshire)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt